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Cultura - November 10, 2008

YAYO: orgullosamente nuestro

Mi encuentro con Diego Herrera, más conocido como YAYO fue muy refrescante, porque es un artista sencillo, amable y apasionado por su profesión. Además, en un mundo donde los seres humanos somos fanáticos de las conversaciones fraccionadas por el tráfico verbal, su parsimonia es una virtud. Este humorista gráfico e ilustrador colombiano decidió celebrar sus veinte años de trabajo en la revista L’Actualité, con una exposición y un libro que reúne una selección de sus caricaturas, titulado Humoro Sapiens.

N.G. ¿Por qué sus caricaturas no tienen palabras?

YAYO Mis dibujos hablan por sí mismos, por eso no le pongo textos. Los títulos los añadí solo para la exposición, para divertirme un poco con las palabras, creo que mis imágenes tienen un lenguaje más universal, no hay una lectura única, depende de la interpretación de cada persona.

 

N.G. ¿Cómo logró hacer reír a los canadienses?

YAYO. El humor tiene un lenguaje universal y hago referencias a cosas comunes, cuando lo restringimos con el idioma se vuelve más local, especializado, como el humor político y como mi temática no está sometida a una situación regional, eso me ayudó. En Colombia hice caricaturas políticas pero no quise limitarme, porque eso me estresa, simplemente mis dibujos son una reacción a la actualidad.

 

N. G. ¿Qué le inspira?

YAYO. Cosas que veo y las vuelvo imágenes. No es algo inmediato la mayor parte del tiempo hay un punto de partida, un boceto luego lo convierto en una imagen que pueda comunicar algo. Utilizo acrílicos, acuarelas, tintas, lápiz y siempre me enriquecieron muchos humoristas latinoamericanos, de Europa y Canadá.

 

N.G. ¿Cuál es el balance de estos 20 años ?

YAYO. Mi primer objetivo al llegar a Canadá fue publicar mis dibujos en medios donde hubiera humor gráfico, comencé en revistas no especializadas, luego hice ilustraciones para artículos. He trabajado como caricaturista en la revista L’Actualité , como ilustrador para revistas periódicos y cuentos infantiles, un terreno en el cual he laborado con más intensidad y quiero seguir explorando, escribiendo cuentos, haciendo más arte o dibujos animados.

 

N.G. ¿Cuál es su historia infantil preferida?

YAYO Escribí un libro titulado “El cazador de arco iris”, su personaje era “el muñequito en blanco y negro”, alguien que no tenía color y quería apropiarse del arco iris tomando colores de formas, objetos, animales, etc. Al final se da cuenta que lo importante es no adueñarse de algo, sino estar contento con lo que uno es.

 

N.G ¿De qué manera asume en su obra su condición de inmigrante?

YAYO. Ser una especie de nómada relativamente sedentario, no es algo que quiera mostrar de manera directa pero ser inmigrante es una realidad importante. Por ejemplo el cazador de arco Iris es un ser diferente, pero no me gusta la idea de ser moralizador, sino imaginativo, pues todos tenemos las mismas necesidades, sueños, esperanzas, sin importar si somos colombianos, africanos o asiáticos, siempre necesitamos amor, dinero, trabajo, si nos despojamos de ciertos caparazones, en el fondo todos somos iguales. No estoy obsesionado con el tema de ser inmigrante, uno puede marcar la diferencia sin decirlo abiertamente, tener otra óptica.

 

N.G. Fernando Botero pintó una colección de cuadros sobre la violencia colombiana y donó todas las obras para que la historia no se repita. ¿Qué opina de esa manera de expresar el dolor de nuestra patria?

YAYO. Cada persona manifiesta lo que siente a su manera, a mí me afecta muchísimo lo que pasa en Colombia , yo sigo las noticias diariamente y me causan pena, angustia, es deprimente. Pero mi trabajo es una reacción a todo eso, por eso busco lo opuesto a esa realidad, es mi manera de protestar por esa violencia, no se combate el horror con más horror y esto no significa que sea indiferente o insensible. Me afecta tanto que no puedo hacer lo mismo, sin embargo, es muy importante que nuestros artistas se expresen a su manera, asi yo prefiera mis dibujos porque me dan paz, sino estaría super deprimido, navegando en esas aguas negras. Combato con mis caricaturas todas las expresiones de vionlencia, no solo la de Colombia.

 

N.G ¿Cómo define Yayo a la mujer?

YAYO. Es una de las creaciones más maravillosas que existen, es objeto de asombro, es genial verlas en cada primavera, renovadas, bellas, no se acaban nunca.. Muchas veces la gente se confunde y piensan que Yayo es una mujer, pues en Japón existe ese nombre … Bueno esa sensibilidad femenina me seduce, es un motor para la vida, me brinda amor y cuando se hacen las cosas con amor, se hacen bien. Además, la sensibilidad femenina es muy diferente a la masculina, esa ternura, nos complementa a todos los hombres.

 

N.G ¿Y ese amor hace parte de su éxito?

YAYO. Cuando uno emigra quiere comenzar, luchar, pero siempre hay que enfrentar dos factores fundamentales: el amor y la estabilidad económica. Uno debe trabajar para vivir pero también hay que resolver la parte afectiva, porque si tienes trabajo, pero estas solo no puedes ser feliz o viceversa, sino hay trabajo es angustiante por eso debe existir un equilibrio.

 

N.G. ¿Qué le recomienda usted a los inmigrantes latinos ?

YAYO. Trabajar con pasión y energía para obtener lo que desean. Estoy convencido que en la medida que se trabaje fuertemente se logran las metas, pero hay que tener confianza y no desanimarse. A mi nunca me cerraron las puertas en Canadá, comencé a mostrar mi trabajo y siempre fue bien acogido inmediatamente.

 

N.G. Entonces ¿cuál fue su dolor de cabeza?

YAYO Lo más difícil fue enfrentar la soledad y el eterno dilema de cómo vivir de mi trabajo, pero para eso debía aprender francés e inglés y mostrar mis obras de una manera distinta como lo hacía en Colombia.

 

N.G ¿ Y qué hacía cuando se sentía angustiado?

YAYO. Eran momentos de mucha soledad y zozobra, pero afortunadamente a pesar de sentirme así, yo seguía dibujando e insistiendo en mostrar mi trabajo, a pesar de tener miedo, no hay que dejarse vencer por ese sentimiento. No estamos hechos por un pedazo de pan, solamente lo esencial, hay que pensar en grande, sin ser arrogantes ni arribistas, pero pensar que todos somos capaces. Para los judíos o los asiáticos, estudiar es vital, entonces igual debe ser para los latinoamericanos. No podemos quedarnos en ciertos oficios, que se transmiten de generación en generación, nuestros hijos pueden volar más alto, hay que inculcarle eso a los niños, el amor por los libros y no trabajar solamente para comprar el DVD, o Ipods, yo veo esta actitud constantemente en muchos inmigrantes latinos y no podemos quedarnos solamente allí.

 

 

 

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