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Crónicas - January 26, 2009

Un pueblo para salvar un niño

En la apacible provincia de Québec, bajo la presencia imponente del Río San Lorenzo, una mujer colombiana que ha vivido más de treinta inviernos en Canadá, lidera un grupo que sin mayores pretensiones, para construir un excelente laboratorio de paz. La coordinadora de Ágape, que prefiere permanecer en el anonimato abrió las puertas de su corazón para contarnos la experiencia que han vivido todos desde el momento mismo que decidieron que así como la guerra se hace con acciones, de la misma manera se puede hacer la paz. Por eso organizaron y financiaron (con el apoyo de la Organización Internacional de Migración OIM y del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF ) un Programa de Reconciliación y Formación en el Canadá para jóvenes excombatientes menores de edad, que hacen parte del programa de atención para jóvenes desvinculados del ICBF.

Al preguntarle sobre los inicios de Ágape, ella recuerda con nostalgia: “Un día me contactaron del Consulado de Colombia porque había una gira de sensibilización sobre el programa de reinserción para los menores colombianos. Como llevo mucho tiempo aquí pensé en llevarlos a los colegios para que los jóvenes canadienses conocieran esa realidad. Todo salió muy bien, más tarde nos reunimos y durante la cena les propuse que organizáramos unas pasantías para que estos menores vinieran a Canadá. Al decir eso pensé esto es una locura…de pronto no resulta… para que el proyecto sea realidad se necesita mover montañas.  Pero de alguna manera mi iniciativa tuvo eco en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar quien tiene la custodia legal de estos niños. Empezamos a recoger fondos y ese sueño se convirtió en realidad. Para la coordinadora de Ágape es necesario mencionar varios antecedentes, antes de profundizar en el tema, por eso es enfática al afirmar: “Aproximadamente 3000 jóvenes entre los 10 años de edad hasta los 18 años han pasado por el programa del ICBF hasta el momento. De ellos el 26% son niñas y el 78% son niños. De éstos la mayoría se desvincularon de manera voluntaria o fueron abandonados por las fuerzas ilegales, otros fueron rescatados. Al momento de ingresar al programa los menores registran edades desde los 12 hasta los 17 años. Muchos de los menores desvinculados tienen algunos años de educación básica primaria y algunos llegan sin ninguna escolaridad. Se estima que actualmente hay entre 10.000 y 16.000 niños más que son miembros activos dentro de los grupos armados ilegales”.



Las Pasantías

ÁGAPE, opera bajo los auspicios de la Fundación Alas de la Esperanza y está conformado por colombianos que viven en Canadá. El Programa piloto de Reconciliación y Formación en Canadá se inició en el año 2006, con la llegada de dos jóvenes que permanecieron en este país por un espacio de seis semanas y residieron en el seno de una familia colombiana.

Con calma, la voz líder de Ágape explica: “Nuestro objetivo es buscar la reconciliación en un espacio neutro. Sabemos que la reconciliación entre la sociedad y jóvenes ex combatientes se ha dado en muchos países porque la guerra se ha acabado, pero en Colombia la guerra continúa y sé que nuestro programa tiene un volumen muy reducido. Hay miles de niños participando actualmente en los grupos armados, pero creo que lo importante es tener la seguridad que por lo menos algunos de estos jóvenes no vuelvan a las filas de la guerra gracias a la experiencia que viven aquí en Canadá.

Es curioso, pero ellos llegan sin saber nada, pensando que somos canadienses y cuando descubren que es una comunidad colombiana que los recibe con los brazos abiertos, sin juzgarlos, se sorprenden mucho. Trabajamos con grupos víctimas de la guerra que han vivido horrores, recuerdo la primera experiencia de los muchachos cuando compartieron en una fogata con personas que estuvieron secuestradas. En el conversatorio contaron sus experiencias tanto los unos como los otros y esto sucedió en un ambiente rural al norte de Québec, en donde todos los presentes sentían que tenían algo en común con su entorno: personas desplazadas, secuestradas o amenazadas.

Con el último informe ejecutivo en la mano, la coordinadora nos explica: “La investigación social en el área de la reinserción indica que una de las herramientas terapéuticas más eficaces en el proceso de rehabilitación de menores desvinculados de la guerra es la implicación de la comunidad. Se dice comúnmente que “se necesita un pueblo para salvar un niño”. Por esta razón buscamos la implicación de varios sectores de la comunidad colombiana y hemos facilitado el encuentro con otras víctimas de la guerra como desplazados, refugiados y personas que han vivido en secuestro”.

La reconciliación

Sin lugar a dudas, los jóvenes que nos han visitado tienen conciencia de las consecuencias de la guerra y su tutora lo explica: “Hay que tener en cuenta que los jóvenes que recibimos acá, están avanzados en su proceso de reinserción social del ICBF, y pueden reconocer su participación, pero siempre les recordamos que son víctimas de las circunstancias, porque esa opción les presentó la sociedad. En una sociedad pacífica un niño crece y puede elegir ser enfermero, policía, abogado o profesor. Pero ¿cuál es el modelo a seguir para un niño de estos pueblos? El que tiene las armas más grandes, el que ostenta más poder, y ¿quiénes son? Los paramilitares o los guerrilleros, a ellos son a quienes van admirar, a temer y nosotros, como sociedad, hemos permitido que nuestros niños tengan esos ejemplos de vida.

Cuando les hablan  de reconciliación, ellos se preguntan: ¿qué voy hacer por las viudas, huérfanos, las familias? Por eso como miembro de Ágape yo asumo de manera cósmica la responsabilidad de lo que estos niños han hecho, si nosotros hubiéramos creado una sociedad más justa donde no hubiera tanta desigualdad, tanto odio, tal vez no haríamos llegado a la guerra Mi mensaje es el de la necesidad que tenemos de asumir nuestra responsabilidad para que podamos abrir los ojos y aceptemos que los niños no tienen la culpa”.

Testimonios

El contacto con estos jóvenes se mantiene una vez terminada las pasantías, de hecho como un gesto muy especial Ágape compartió con Conexión Colombia una carta que envió un joven que visitó Canadá en el 2007. La reproducimos como está escrita originalmente:

“hola profe que pena no aber podido escribir antes pero la berdad esque estaba un poco ocupado pero tambien quiero que sepan que los recuerdo arto y que estoy contento por que gracias a los operatibos del ejercito este año púde dentrar a mi pueblo con un poco de miedo pero gracias a dios me jue de maravilla para mi es como el mejor año que he pasado bien por que ase mas omenos 4 años no se reunia la familia completa tios,tias,primos etc profe te escribire mañana para darte un nuebo numero de telefono mas o menos en oras de la tarde que boy a comprarlo los quiero y los recuerdo arto y tambien les deseo todo lo mejor para este año a todo el equipo tecnico en especial a usted muchas saludes a todos Y Que Aun Vivo att Eusebio ”

Las experiencias son innumerables, tanto para los ex combatientes, como para el equipo técnico de Ágape y los hogares receptores. Ahora en el 2008 se inaugura un complemento al programa inicial que consiste en el hacer un seguimiento y proporcionar apoyo a los proyectos educativos y/o productivos de los jóvenes, una vez que cumplen la mayoría de edad y salen del programa de Atención del ICBF.

Nota: Publiqué este articulo para Conexión Colombia en el 2007 pero quise retomarlo para mi sitio web debido que no se pudieron realizar las pasantías en el 2009 y el grupo Agape continua trabajando para mantener este espacio de dialogo y convivencia.

Fotos: MPP/ aministia Internacional
agapeporcolombia@gmail.com

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