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Quebec - May 13, 2010

Pablo Urbanyi: Escribir es índice de fracaso.

Hablar con escritores experimentados es un ejercicio gratificante. Descubrir sus obras cuando ya no les queda otro remedio que dejar secar la tinta de su pluma, mandar su manuscrito a imprimir y enfrentarse a sus lectores, es un privilegio incomparable para quienes nos deleitamos con de la literatura. El ambiente bohemio del restaurante La petit Marche en Saint Denis, recibió a un selecto grupo de consagrados lectores, poetas, escritores y periodistas que escuchamos con deleite la manera como las letras lograron seducir a Pablo Urbanyi, escritor nacido en Hungría que llegó a Argentina a los ocho años y posteriormente se radicó en Ottawa, Canadá.

 

Como siempre el humor y sarcasmo de Urbanyi salen a relucir en cada anécdota que brota de su memoria. Cuando estaba en sexto grado Pablo se enamoró de su maestra, una musa que muy seguramente lo inspiró a escribir, aunque todavía él mismo no sabe porqué lo hizo, tal vez influenciado por los medios de comunicación, nos dice desprevenidamente, lo cierto es que con ese tierno sentimiento empezó a escribir una novela.

 

En medio de su intervención Pablo se detiene y asegura sin titubear: “Creo que escribir es un índice del fracaso, porque es preferible “hacer” que “escribir”. Las grandes novelas de amor es mejor vivirlas, hacerlas, llevarlas a cabo que escribirlas, entonces creo que muchas veces en otros aspectos se cumple esa norma. También lo dijo Sastre con un ejemplo muy tonto y banal al afirmar que si alguien llega a ser un gran jugador de fútbol no va a escribir un libro dando lecciones sobre el fútbol, lo vivió lo hizo lo lleva adentro”.

De nuevo Urbanyi se cuestiona ¿Por qué escribir? Y sonriendo afirma: “No lo tengo muy claro sólo sé que escribí mi historia de una maestra que se estaba muriendo en el techo de un edificio en llamas y yo tenía que rescatarla, entonces sentí el manotazo de la maestra que me quitó lo que estaba escribiendo y me puso un cero. De allí nació algo que es el odio, uno de los motores para escribir. Mi maestra me devolvió mis notas pero me prohibió que escribiera historias en sus clases, entonces yo decidí que se quemara en el edificio”.

 

Después de la fuerte carcajada que provino del público, todos aterrizamos de nuevo en el motivo que nos había congregado: el lanzamiento del libro Puesta de Sol y quien mejor que *Hugh Hazelton para contarnos de qué se trata esta novela.

 

 

Puesta del Sol es una novela poética.

Hugh Hazelton afirma que la novela de Urbanyi conmueve de una manera muy sabía y profunda. Publicada por primera vez en Ottawa en 1997, Puesta de Sol es reeditada ahora en Argentina y es una de las obras de mayor impacto de Pablo, por algo se encuentra entre los escritores satíricos más destacados de la Argentina contemporánea. Su obra combina un sentido del humor mordaz y desconcertante y un ataque infalible a cualquier forma de hipocresía, con un sentido profundamente emotivo de la condición humana pues la novela trata asuntos muy controvertidos en nuestra sociedad como lo son la ética médica, la intervención científica y la eutanasia.

 

Hazelton asegura que la prensa argentina la ha recibido con mucho entusiasmo, Puesta de Sol, la cual transcurre entre Argentina y Canadá. Es la historia de una pareja cuyo primero hijo nace con una monstruosa deformidad causada por la espina bifida, un trastorno congénito cuyos síntomas incluyen parálisis, hidrocefalia y retrazo mental grave, causando dilatación de la pupila con un efecto en los ojos llamado “puesta de sol”, es decir los ojos están como aterrorizados, de ahí el titulo de su novela.

Es probable que esta enfermedad haya sido causada por al sugerencia de un médico que le dice a la madre que se vacune contra el tétano durante sus dos meses de gestación, después de haber tenido un leve accidente. Sin embargo, estas hipótesis nunca son probadas y se transforma en una denuncia contra la soberbia de los médicos. Frente a la solicitaría condición de saber qué hacer con un recién nacido con semejante condiciones, la pareja opta por desconectar el sistema de respiración artificial, pero los especialistas del hospital deciden mantener al niño vivo clandestinamente para realizar una serie de brutales e inútiles experimentos.

 

Al final el bebé muere pero no sin antes perjudicar la confianza mutua de la pareja. La historia tiene lugar en Argentina, pero culmina en Canadá, donde la pareja se ve forzada a establecerse. El padre, Pedro, es un rebelde inadaptado y la madre Ana quien es de origen Argentino-anglófono está por terminar sus estudios médicos. El sistema médico les causa un estrés excesivo llevándolos casi a la locura y a pesar que la novela rebela la crueldad de la medicina moderna no cae en juicios de valor simplistas o contradicciones. Pedro y Ana son victimas de los médicos, al final de la novela el narrador cuenta sus encuentros imaginarios con el niño en campos cubiertos de nieve que se derriten. La estructura de la novela esta presentada en 75 expedientes que Pedro escribe a solicitud del doctor que se encarga del recién nacido con el fin de ayudarlo a liberarse de cualquier angustia. Ana le pide a Pedro que documente lo que ha sufrido por su hijo.

Urbanyi, escritor de gran ingenio sitúa al padre del niño como narrador en primera persona, aunque el bebé se defiende con un humor satírico, la novela tiene un carácter profético ante el cuestionamiento del comportamiento de una comunidad médica.

 

 

Hay que leer mucho para saber qué está escrito.

Después de escuchar un análisis tan completo del contenido de Puesta de Sol, por parte de Hazelton quien es además el traductor de esta obra al inglés, fui al encuentro de Pablo Urbanyi para hacerle unas cuantas preguntas que me rondaban en la mente.

 

¿Qué opina de la eutanasia?

No tomo partido en este momento, pero ofrezco mi libro. Es un tema con muchos pro y contras con muchos ejemplos infinitos por todas las investigaciones que hice sobre padres que dejan a sus hijos vivos y sus hijos se suicidan cuando pueden, por los sufrimientos que padecen. Son tantas cosas que he descubierto, que no tengo una opinión definitiva y el libro es una reflexión, el posprólogo fue hecho por alguien que está a favor de la eutanasia, que leyó mi libro y le gustó muchísimo, algunos lo consideran un monstruo pero hacer un procedimiento de eutanasia no es tan fácil, pues cuando se decide hacer se reúnen los padres, un sicólogo, un sacerdote, los médicos, no se trata de llegar y desconectar al paciente y ya. Es más, hay enfermedades que yo no sabía siquiera que existían, tan crueles que creo que es un permiso la eutanasia. Si tiene o no la bendición del señor, no lo sé, pero digamos que no habría que esperar la bendición del Papa para estas cosas.

 

¿A cuántos idiomas ha sido traducido tu libro Puesta de Sol?

Se tradujo al inglés, al húngaro, francés y ahora la novela está en Japón no sé si lo van aceptar para traducir, pero existe esa posibilidad.

 

¿Qué opinión le merecen los escritores latinoamericanos que producen sus obras en Ontario o Quebec?

 Los que llegaron con todas las armas necesarias para poder continuar y que regresan a sus países cada tanto para recargar las baterías como yo lo hago cuando voy a la Argentina, digamos por dos meses, ellos pueden conservar el idioma. Uno de los peligros más grandes que hay es la pérdida del idioma, el diluirse dentro de su propio trabajo y digamos que hay muchísimos escritores, pero veo siempre cierta inocencia en esa escritura, cierta ingenuidad, cierta repetición. Alguna vez Julio Cortazar que estaba en una competencia muy buena dijo que muchos escritores tendrían que leer más, para saber lo que ya se hizo. Yo no quiero estar acusando pero hay una especie de repetición que al final se vuelve muy monótona.

¿Se refiere a los temas?

 Principalmente es la repetición en los temas, en los descubrimientos, que cada vez son menos, porque cada día estamos más globalizados, no es lo mismo haber llegado a Canadá hace treinta años, que llegar ahora. Por más que uno se escape de su país de origen al llegar a Canadá, ya ha encontrado muchas cosas en su propio país.

 

Al parecer a usted le gusta conservar intacto el español, no hay presencia de muchos anglicismos en sus obras ¿o me equivoco?

Primero no olvides que llegué aquí a al edad de 38 años, con dos libros publicados, entonces me dediqué a defender mi idioma, enseñé español también y al ver la dificultad que tenían mis alumnos para comunicarse pude tomar más conciencia de mi lengua, eso fue una ventaja y cada vez que vuelvo a la Argentina siento que me retroalimento. Y como se que nadie es perfecto, doy a leer mis libros para que me los critiquen y es una revisión más profunda, igual a veces acepto las criticas y otras veces no, eso depende.

 

¿ Siempre tiene su corrector de estilo?

 Si claro, porque creo que es imprescindible, así viviera en mi propio país, y eso es lo que veo que falta aquí, más critica, el intercambio de critica es de muy debajo nivel. La gente no se crítica mucho, se alaban demasiado y eso no es lo mejor. Por ejemplo yo no acepto más que me den libros para comentarlos, porque me he dado cuenta que me los dan para que yo diga que es muy bueno, que es extraordinario y no es así. Cuando yo hago mi crítica se enojan, entonces prefiero dejarlo así, no quiero perder más amigos escritores.

 

¿Qué piensa del lenguaje un tanto vulgar que han optado por emplear algunos autores contemporáneos?

En una novela puede aparecer la palabra “mierda” una vez y va a tener fuerza y sentido, pero si aparece veinte o treinta veces ya es una vulgarización, así no tiene sentido, no tiene fuerza. Gabriel García Márquez en su novela “El Coronel no tiene quien le escriba”, deja a su personaje, el Coronel que diga al final una sola palabra: “mierda”, es extraordinario, allí tiene cierto sentido. No estoy de acuerdo con esa liberalidad de escribir, de exhibir, eso mata el misterio, mata todo lo que hay detrás. Es como si encontrara a una mujer por primera vez y se desnudara inmediatamente…que horror! Si tenemos tiempo!

 

¿Y qué le parece ese estilo que muchos han adoptado ahora de escribir párrafos cortos que emplean solo comas o puntos seguidos?

Yo utilizo el punto y coma; los puntos suspensivos, uso frases largas que traen problemas para los traductores. No estoy de acuerdo con esa forma telegráfica de escribir, sin descripción, que en realidad fue introducido por los americanos, sobre todo por Hemingway, porque llega un momento que fatiga. Me comentaron que los últimos libros en argentinas se hacen de manera que todas las frases son cortas, vamos es comodidad, eso no es desarrollar algo, no hay misterio. No se, esa es mi apreciación. Incluso yo he hablado con profesores de literatura inglesa que me dijeron que en el siglo XIX las frases eran largas, no había tanto corte, corte. Por su puesto las conjugaciones en español le dan una ventaja grande a las frases largas, en el Quijote tienes una página y media sin puntuación… y que maravilla es eso, me gustaría conseguirlo, pero ahí sí me pierdo yo en español.

 

Finalmente, ¿cuáles son sus planes para el 2010?

Este año voy a Europa porque va a salir una novela mía en Francia, editada allá por primera vez y voy hacer un pequeño tour para promover el libro, ese maldito trabajo que detesto tanto pero hay que hacerlo.

 

* Hugh Hazelton: Poeta, ensayista, novelista, traductor, profesor de literatura de la Universidad Concordia de Montreal.

Foto portada: Wikipedia

foto Interior-acuarela: Maria Elena Lorenzin

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