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Diaspora - January 29, 2016

¿ Colombia luz de la calle, oscuridad en la casa?

@NataliaGnecco

Desde el 2013 un informe difundido por Migración Colombia y la Organización Internacional para las Migraciones anunciaba que los venezolanos eran el mayor grupo de trabajadores temporales extranjeros en Colombia, con un porcentaje del 18%, una cifra que sin lugar a dudas ha seguido en ascenso a tal punto que hoy la diáspora venezolana está muy bien organizada e integrada tanto a la sociedad colombiana como al mercado laboral.

En videos que proliferan en Youtube podemos ver cómo la mano de obra calificada proveniente de Venezuela ha sentido un enorme respaldo en nuestra sociedad. Es así cómo en Bogotá algunos siguen sus especializaciones en prestigiosas universidades, otros le apostaron a la franquicia de productos para la salud como Locatel y Farmatodo seguidos de paisanos que se arriesgaron abrir restaurantes y cafés como Picollo Venezia, Ciboulette, Positano, Budare’s o la Arepería Venezolana, etc.
En materia de artes y letras la diáspora venezolana no se queda atrás, Sergio Dabhar ex director adjunto del diario El Nacional de Caracas optó por abrir una revista llamada El Librero, aquí en la capital y un miembro de la Academia de la Lengua de Venezuela, Rafael Arráiz Lucca, ahora se desempeña como profesor universitario en Colombia, todo esto sin mencionar a los artistas que protagonizan muchas telenovelas en los canales privados.

Ya sea en la red o en carne y hueso podemos conocer testimonios de profesionales extranjeros que han logrado engancharse en el mercado laboral con éxito. Pablo, comunicador visual de 26 años es un buen ejemplo cuando se habla del fenómeno migratorio venezolano, el joven cuenta que cursando el último semestre de su carrera, su preocupación era encontrar un trabajo que le ofreciera realizarse como profesional, tímidamente explica: “tuve la suerte de poder involucrarme en un proyecto de carácter editorial, realizar un libro sobre arquitectura, con una remuneración superior a lo que aspira un recién egresado promedio, por lo que en circunstancias normales en un país estable sería el trabajo de ensueño”.

Sin embargo, el romance duró poco para Pablo pues la situación social y económica se precipitó de manera tenebrosa, la inflación hizo trizas su sueldo generoso y la inseguridad se escuchaba, se olía y tocaba zonas nunca antes violentas. Durante el último mes que estuvo en Caracas, tuvo dos intentos de atraco, ambos en horas del día y en calles que había caminado por quince años atrás, sin temores. Con tristeza asegura: “No es sencillo seguir queriendo caminar por las calles de Caracas cuando tus amigos y conocidos hablan de atracos y de lo afortunados que se sienten por salir de esas situaciones sin la necesidad de escuchar un estallido de pistola. Es común que todos tengamos anécdotas, ya sean personales o de algún cercano, que involucren la palabra “secuestro” o la línea “dame todo o te quiebro”.

Como a muchos de sus compatriotas, Venezuela no le ofrecía estabilidad económica, ni mental al comunicador, pues salir con miedo a trabajar o a visitar a un vecino se volvió realmente desgastante. Colombia fue un destino que no dudó en contemplar, por eso afirma: “mi interés en el diseño editorial y la ilustración hizo que Bogotá fuese prioridad, pues el movimiento del libro y las artes aquí están teniendo un auge muy interesante, comprometedor y desafiante.”

Pablo logró engancharse rápidamente en Bogotá y cuenta que el equipo de trabajo lo ha hecho sentir como esa familia lejana que al conocerla uno se lamenta de no haberla conocido antes. “Me han recibido de una manera fantástica, todos preocupados y conscientes de la situación de Venezuela, tratándome de contagiar de un optimismo que ya había perdido y que les agradezco mucho por volverlo a sembrar”.

Cuando le pregunto qué es lo que más le ha gustado de su experiencia en Colombia, sin dudarlo me dice: “me impresiona y entusiasma enormemente el movimiento de la juventud en Bogotá. Muchos de los que he conocido tienen un proyecto en marcha, todos apuestan a lo nuevo, a la innovación, a arriesgarse con ideas frescas, lo que me entusiasma es formar parte de esos proyectos y aportar lo más que pueda aquí. Escenario muy distinto en Caracas, la falta de motivación, de gente capaz pero que se ha ido, etc. Tan sólo pensar en iniciar un proyecto editorial independiente es descabellado, hay unos pocos que lo hacen y son gente de admirar”.

El otro lado de la moneda

Mientras Pablo logró vencer muchos obstáculos para llegar a Colombia y su ingreso al mercado laboral no fue complicado, María Luisa de 35 años, residente por varios años en Nueva York comparte el calvario que ha sido regresar a su país y descubrir que laboralmente hay más oportunidades para los extranjeros que para los mismos connacionales.

A pesar de la existencia de un Plan Retorno en la Cancillería que busca brindar alternativas y acompañamiento a los migrantes que retornen al país en la atención inmediata, inserción laboral, y capacitación para el emprendimiento y de la creación de la Ley 1565 de 2012, la cual promueve los incentivos de carácter aduanero, tributario y financiero para el retorno de los colombianos, María Luisa es enfática en firmar que desconoce completamente la existencia de estos beneficios. Para ella cada vez que se presenta a una entrevista lo primero que aflora es su falta de experiencia laboral en Colombia, molesta argumenta: “¿Cómo la voy a tener si en mi país no me dan la oportunidad?”.

Como diseñadora de modas María Luisa ha estudiado mucho y cuenta con una amplia experiencia en el mercado internacional, pues trabajó en empresas cuyos propietarios eran chinos, judíos, hindúes, puertorriqueños, españoles etc . Lo curioso es que en este proceso de búsqueda de trabajo se ha tropezado con venezolanos que ya están laborando en Colombia, ella explica: “conocí a una administradora que ya había creado su propia compañía y estaba ofreciendo sus servicios, también a un joven quien comenzó como mesero en el restaurante La Hamburguesería, lo habían ascendido a administrador, pero quería una mejor remuneración”.

La diseñadora bogotana está asombrada de ver cómo los extranjeros sí tienen la oportunidad de hacer carrera en Colombia. Ella misma ha vivido en carne propia lo difícil que es ser inmigrante debido a barreras como un permiso de trabajo o los idiomas, pero no se resigna a pensar que nadie es profeta en su propia tierra por eso dice: “Yo me pregunto ¿cómo sí pude llegar a manejar showrooms, trabajar en relaciones públicas en Nueva York y aquí no me dan la oportunidad de nada?Cada día escucho más historias sobre extranjeros reclutados por empresas nacionales, los veo trabajando hasta en Colsanitas, pero para los colombianos que regresamos a nuestro país las oportunidades de salir adelante se desvanecen.”

María Luisa siente que es una mujer inteligente, preparada para asumir grandes retos en Colombia, pero hace poco decidió volver a estudiar, lo cual complementa con un pequeño negocio de pastelería y repostería, pues sus ganas de progresar la han llevado a comenzar de nuevo. Respirando profundo remata: “doy gracias a Dios que tengo los medios para estudiar y arrancar un negocito, ¿pero cuántas personas que han vuelto a Colombia cargadas de ilusiones están luchando por un empleo y no se les abren las puertas, cuántos profesionales bien calificados siguen conduciendo taxis, cuántos cerebros fugados quieren regresar pero no ven garantías para obtener una estabilidad laboral?

Fotos:
La portada canadá,
civico.com; hrreview.co.uk,
socialmeep.com,
conniehdeutsch.com

 

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