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Quebec - June 14, 2012

Alex García

El Circuito Gilles Villeneuve de Montreal recibió a los  pilotos de la serie Nationwide de NASCAR bajo un torrencial aguacero. En medio del apabullante ruido de los motores, se agudizó la competencia por liderar la carrera de 74 vueltas, 2.710 millas en total. Los 100 mil espectadores que se dieron cita en la isla Notre- Dame vibraron con la agresiva pugna de los cuarenta y tres carros, sus constantes choques y a pesar de no haber salido vencedor, el auto número 98 finalizó en la posición 23 y lució, como siempre, la original bandera venezolana justo debajo del nombre del piloto: Alex García.

Horas antes de iniciar esta carrera, fui al encuentro del único latino que ha dado la batalla en Montreal por ganar la Nationwide en 2007 y 2008 y por primera vez me puse, “literalmente” hablando, en los zapatos de mi entrevistado, pues el reglamento de la NASCAR prohíbe entrar en los pits y zonas técnicas con sandalias. Armada con zapatillas de piloto pude conversar con este carismático venezolano.

En el 2002 Alex García y su padre fundaron Trasnet Racing con el objetivo de participar en los niveles más altos del automovilismo estadounidense y brindar una plataforma a los jóvenes que buscan competir en la escena internacional. Trasnet hizo su debut en el campeonato Charcamp Atlantic, posteriormente en diciembre de 2006 anunció su participación en la segunda parcial de la serie Busch de NASCAR de 2007 con la intención de competir tiempo completo en el 2008.

Abanico. ¿Cómo fue su preparación para participar en esta carrera del circuito Gilles Villeneuve de Montreal?

Alex García: Estuvimos durante dos semanas practicando en Carolina del Sur en Estados Unidos y pasamos un mes completo preparando el carro. Esta es mi quinta carrera en la Nationwide, el año pasado clasifiqué en el puesto número 24 en esta misma pista.

Abanico: En el 2007 usted tuvo un excelente desempeño en Montreal, sin embargo, hubo una falla mecánica ¿Cómo maneja estas eventualidades?
A.G.: Bueno, morderse la lengua. Teníamos claro lo que había pasado, el motor se dañó, por fallas en un cambio, fue menor, pero en esos momentos la idea es regresar a casa, analizar porqué pasaron las cosas y hacer todo lo posible para que no vuelva a ocurrir.

Abanico: ¿Cómo logra ser piloto y propietario de su equipo a la vez?
A.G.: Yo siempre he corrido mis propios carros, estoy acostumbrado hacerlo, aunque a este nivel es más complicado, soy una de esas contadas excepciones, en esa medida el trabajo es mayor, pues no solo llego a competir sino a asegurarme de las reservas, los hoteles, el transporte y de que mi gente tenga todo lo que necesita. El reto es doble

Abanico: ¿Qué es lo más difícil de ser un piloto de carreras?
A.G.: El sube y baja del deporte. Es difícil mantener un equilibrio, no siempre sale todo perfecto y hay que saber asumir eso para seguir adelante. A veces hay complicaciones, por ejemplo, yo corrí este carro en México y pasó la revisión técnica sin problemas, ahora alguien más lo revisa y encuentra un problema en la suspensión, pues es un ojo distinto, pero eso significa dos horas y media de trabajo para nosotros. En la NASCAR las inspecciones técnicas son exigentes y como somos un equipo nuevo, ellos tienen que asegurarse que todo esté correcto, es distinto para alguien que lleva 20 años en esta serie.

Abanico: ¿Cuál es su mayor aspiración como piloto?
A.G.: Mi objetivo es poder correr tiempo completo en la segunda división de la NASCAR, es decir participar en las 35 carreras. Luego quiero subir a la Primera División a la Spring  Cup, con ayuda de un patrocinador que me brinde la opción de dejar la administración del equipo atrás y buscar otro piloto para la Nationwide.

Abanico: ¿Es cierto que la NASCAR tiene fama de ser una carrera de “carritos chocones”?
A.G.: Las carreras de la NASCAR son más agresivas, de mayor contacto, en la Fórmula Uno no puedes ni rozar un auto porque inmediatamente pierde 100 kilos de peso aerodinámico. Al público le gusta esta competencia, todos nos golpeamos y si vas dentro de los 10 primeros puede pasar cualquier cosa, pero la idea es estar allí para ganar. Solamente por clasificar y poder participar en la carrera nos pagan 40 mil dólares y si ganas recibes 120 mil dólares o más.

Abanico: ¿Quién ha sido la mayor influencia en su carrera?
A.G.: Mi papá indudablemente y mi tío Lucho, quien falleció hace algunos años, él era piloto y mecánico. Mi padre y yo nos metimos al automovilismo juntos, siempre está en las carreras conmigo. Sin embargo hoy es la primera vez en siete años que no está presente.

Abanico: ¿Tiene algún agüero?
A.G.: No. Además no pienso nunca en el peligro, los sistemas de seguridad ahora son muy buenos, hay bragas contra fuego, han mejorado mucho los asientos, mantenemos comunicación constante y obviamente lo que va a pasar, sucede en cualquier lado.

Abanico: ¿Cómo mantiene la unidad familiar con su esposa e hijo?
A.G.: Existe una cuota de sacrificio en mi trabajo, toda la familia lo sabe y están comprometidos con lo que yo hago. En Estados Unidos tenemos una casa rodante, la NASCAR se preocupa mucho porque tengamos un espacio para nuestras familias, generalmente nos transportamos en una casa rodante donde mantenemos una vida familiar; hay parques para los niños, misas, es como una comunidad de pilotos, porque vivir en un hotel es muy complicado.

Abanico: ¿Cómo ha sido su experiencia como inmigrante?
A.G.: Salimos de Venezuela con mi familia en 1987 cuando la situación económica estaba en declive, después de la devaluación del 1984 y llegamos justo a tiempo a Atlanta. Al comienzo fue difícil pero como niño te adaptas más fácil, sin embargo, en aquella época no había tanta gente latina como ahora y me vi forzado a hablar inglés. Mi papá si había estudiado en Estados Unidos, entendía la cultura pero a mi mamá le dio duro. Luego de 20 años tú le preguntas a mi mamá si quiere regresar y te dice que no, ya se adaptó, se acostumbró.

Abanico: ¿En qué cosiste el trabajo comunitario que desarrollas como voluntario de la Fundación Wayuú Tayá?
A.G.: Es una organización no gubernamental sin fines de lucro, que fue fundada en el 2002 por mi amiga y actriz venezolana Patricia Velásquez, su objetivo es ayudar a los indígenas guajiros manteniendo y respetando sus creencias y tradiciones. Colombia y Venezuela comparten esa bella región de La Guajira y hemos ayudado a construir escuelas para que las mujeres aprendan a tejer y a vivir de sus artesanías, luego esos productos se distribuyen a nivel mundial y los recursos se retribuyen a esta comunidad que se estima alrededor de 500 mil habitantes

 

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