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Cultura - February 9, 2018

La fábrica de seguidores falsos

 

@NataliaGnecco

No es un misterio, todos quieren ser populares en la red. Sin embargo, lo que empezó como un simple juego de “me gusta”, “te sigo”, “te doy compartir”, se ha convertido en una obsesión para muchas estrellas del séptimo arte, cantantes, atletas, expertos y los políticos, a tal punto que muchos pagan por tener miles de seguidores en sus cuentas. Esta semana el diario The New York Times (NYTimes)dio a conocer una investigación llamada The Follower Factory sobre la empresa Devumi que ha recaudado millones de dólares en un sombrío mercado global para el fraude de las redes sociales.

De acuerdo con la investigación, Devumi vende seguidores de Twitter y retweets a celebridades, negocios y cualquier persona que quiera aparecer más popular o ejercer influencia en línea. Basándose en un stock estimado de al menos 3,5 millones de cuentas automatizadas, cada una de ellas vendida esta red social.

Y ¿quiénes son estos clientes? Devumi tiene una amplia demanda que incluye estrellas de reality shows, deportistas, profesionales, comediantes, conferencistas de TED, pastores y modelos, pues ofrece, visitas en YouTube, seguidores de Twitter reproducciones en SoundCloud, (servicio web más fácil para compartir y publicar canciones) y respaldos en LinkedIn, (la mayor red profesional del mundo). Con esta oferta tan generosa, el negocio de las cuentas falsas, conocidas como bots se disparó, originando así un mercado negro de las redes sociales

La investigación del NYTimes es tan amplia que vale la pena que la leamos de cabo a rabo, pues vale la pena reflexionar sobre cómo afecta este fenómeno a la cultura digital en Colombia: cuentas falsas, el boom de las noticias falsas o “fake news”, la participación en los foros virtuales, la forma como se manipulan los linchamientos en redes (muy conocidos en Colombia) y el verdadero rol de los influenciadores, porque quedó al descubierto también cómo los seguidores falsos de Devumi servían como gallitos de pelea en las batallas políticas online.

La verdad, Twitter sale muy mal librado, porque de acuerdo con la investigación, esta red no requiere que las cuentas se asocien con una persona real, los perfiles pueden estar sin fotos o con frases de palabras inconclusas. También permite un acceso más automatizado a su plataforma que otras compañías, lo que facilita la configuración y el control de un gran número de cuentas. ¿Pero cómo no dejarse meter los dedos en la boca cuando veamos un perfil con tantos seguidores?

De acuerdo con Hannah Sears escritora independiente debemos tener siempre en cuenta tres factores: revisar esos famosos “seguidores”, verificar el compromiso o el famoso “engagement” y utilizar una herramienta automatizada, como la del Fake Follower Check. No es complicado, porque muchas veces veo a alguien con tantas “K” en su perfil de Twitter, pero al momento de trinar sus “Likes”, “Retweeds” “Quote tweets” son tan pobres, que he podido confirmar la inconsistencia, sin hacer los tres pasos.

Y si en Twitter llueve, en Facebook no escampa. La misma investigación advierte que en noviembre de 2017 esta red reveló a los inversores que tenía al menos el doble de usuarios falsos que los estimados anteriormente, lo que indica que hasta 60 millones de cuentas automatizadas pueden recorrer la plataforma de medios sociales más grande del mundo. Por algo un centenar de expertos pide que Facebook retire inmediatamente del mercado su nueva App para niños.

Ahora bien, un solo trino de un influenciador cuesta hasta $7 millones pesos en Colombia, según informe del diario La República. Lo más curioso es que ya tenemos un ranking publicado en Revista Dinero, con categorías como deportes, consumo, política, moda. Sin embargo, , con este fenómeno que no tiene fronteras en el mundo virtual, como es la existencia oficial de una fábrica de seguidores, ¿cómo no dudar de aquellos que de la noche a la mañana suben como la espuma en las redes y se vuelven poseedores de la verdad absoluta, a punta de controversias, despertando más odios , defendiendo sus propios intereses ?

Comprar seguidores falsos, no se considera un delito en nuestro país, aparentemente es algo inofensivo, pero no hay que olvidar que un ejército de cuentas falsas deshonestas puede hacer un manoteo sin precedentes en las redes, dañar la reputación de un individuo o una marca simplemente porque el mayor postor, contendor político o competidor así lo pacta con anterioridad. Ojalá la norma no nos llegue demasiado tarde, porque hay que frenar este tipo de prácticas, que por ahora solo se quedan en mera controversia.

En vísperas de una contienda electoral vale la pena retomar un estudio de las firmas LOOR y Adalid, especializadas en reputación de marcas y seguridad informática, la cual escogió al azar cinco de los candidatos presidenciales: Marta Lucía Ramírez, Humberto de la Calle, Germán Vargas Lleras, Sergio Fajardo e Iván Duque. En distinta proporción, todos tenían seguidores falsos en Twitter. Es obvio que haber destapado la práctica deshonesta de la empresa americana Devumi, no puede pasar desapercibida en Colombia. Ahora más que nunca, el rol del Community Manager tendrá que incrementarse en las campañas de 2018.

Fotos: The New York Times- es.mercopress.com- amazonaws.com- El Tiempo-adieztrece.com-cf.ltkcdn.net, lamediasocial.com, ideabar.agency

Investigación en español Fábrica de Seguidores The New York Times

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