Jorge Oñate nació para cantar
Cuentan que desde niño, a Jorge le gustaba volar muy alto. Con destreza subía a la copa de los árboles en las calurosas tardes de la Paz, algunas veces para escabullirse de los regaños de su mamá Delfina Oñate, otras, por el simple placer de escuchar su propia voz en la inmensidad del cielo.
Con el sudor en la frente y la respiración agitada, sus oídos se ausentaban de la ruidosa cantaleta materna, para soñar con lo que más le gustaba: cantar.Sus travesuras eran tan famosas en el pueblo, que en una época se le dio por cazar bichos en los postes de la luz. Armado con una honda de caucho tomaba una piedra y la lanzaba con todas sus fuerzas para atrapar a los insectos, hasta que un día Leticia Araujo desesperada le gritó: “ve hijo, vai acabá con el pueblo, nos vai a dejá oscuro”. Lejos estaba de imaginarse su vecina que aquel joven travieso se convertiría en El Jilguero de América, en El Ruiseñor del Cesar, el ganador del Premio a la Excelencia Musical de los Grammy Latino, el cantante que más ha alternado con reyes vallenatos.
Hablar de Jorge Antonio Oñate González es abrir la puerta a parrandas, anécdotas y canciones inolvidables. Para mí es como viajar a los confines de mi memoria: de niña escuchando a mi papá hablar de su talento, de la amistad que los unía; de adolescente, su voz nos acompañaba cuando viajábamos de Santa Marta a Palomino y luego a La Guajira… hasta mi primer trago de Old Parr fue al compás del Jilguero. En mi edad adulta sobran buenos y nostálgicos momentos, como el funeral de mis padres, en donde también estuvo presente.
Pero nada mejor que escuchar a Pablito López, el más grande cajero de la historia vallenata, miembro de la Dinastía López, para quien el Jilguero es único. Más allá de saborear las mieles del éxito, de difundir juntos el vallenato cuando en la capital solo lo escuchaba la élite bogotana, de sortear muchas dificultades, lo más importante es saber que la voz de Oñate nació con él, no necesitó profesor, ni nada, por eso agrega: “Jorge entraba en todos los tonos del acordeón, ese instrumento tiene una escala musical y él los cogía todos, solito. Por eso digo que nació para ser cantante, ni ensayaba, caía en la nota, con la gran virtud de poder cantar en tonos altos y graves, manejaba ambos tan bien, que opacaba a los demás cantantes. No necesitaba ni coristas”.
Pablito confiesa que junto a Jorge Oñate interpretaron lo mejor de Freddy Molina: Dos rosas, Los tiempos de la cometa, No voy a Patillal, Amor sensible, Cristina, al igual que los mejores éxitos de Rafael Escalona y de Leandro Díaz. Uno de los momentos inolvidables que recuerda López al lado del Ruiseñor del Cesar fue la despedida que le hicieron al compositor Molina, quien perdió la vida a finales de 1972 cuando apenas alcanzaba los 27 años de edad, en su tierra natal Patillal. En medio de la tristeza que los embargaba, la voz de Jorge estalló entre las notas del acordeón de Miguelito López, interpretando Los tiempos de la cometa. Fue sublime.
Si Pablo López conoce muy bien la calidad artística de Oñate, su compadre Jesús Manuel López, no se queda atrás, con aprecio explica: “Jorge es un ser generoso, solidario, familiar, amigo leal y tiene su carácter, por eso no se ha dejado destronar, ha sido un defensor de su arte, ama mucho su folclor. Después de 50 años de vida artística todavía sigue con las ilusiones intactas como en sus comienzos, eso lo lleva en su ADN, morirá con él. Todos los años me dice que se retira, pero mientras tenga fuerza estará dando la pelea por el vallenato auténtico”.Luego de 30 años de amistad, Jesús Manuel no duda en afirmar que Nancy Zuleta ha sido el eje fundamental en la vida y carrera musical del maestro. Además, reconoce la versatilidad de su amigo que no solo es ganadero, sino amante del fútbol, a tal punto que en los años ochenta patrocinó a un equipo en La Paz de donde salieron grandes figuras de este deporte que luego brillaron con luz propia, como José María Pazos, arquero del Junior de Barranquilla; Kiko Barrios, Amín Bolívar y Carlos Araujo, entre otros.
Detrás del defensor acérrimo del Vallenato puro, que no tolera que se lo fusionen con reggaetón se esconde un hombre noble. Sonriendo Jesús remata diciendo.” “mi compadre es tan generoso que esta semana cuando íbamos rumbo al aeropuerto El Dorado en Bogotá, nos tropezamos por Álamos a un conjunto vallenato de jóvenes, quienes lo reconocieron y le pidieron unas fotos. Este gesto lo llenó de mucha nostalgia, porque se vio reflejado en sus comienzos, por eso se bajó, posó y hasta les dejó una platica. Los muchachos no lo podían creer”.
Un artista guerrero
Para nadie es un secreto que Jorge Oñate ha sobrevivido a la Nueva Ola del Vallenato, de hecho, las nuevas generaciones como su ahijado Silvestre Dangond, Jorgito Celedón, Peter Manjarrez respetan profundamente al maestro. ¿Pero cómo mantenerse en la preferencia del público? ¿cómo no pasar de moda en la era digital? Lalo Gnecco oñatista de pura cepa y sobrino del artista confiesa sin rodeos: “Oñate es un guerrero, musicalmente hablando. Es el mejor cantante vallenato que hemos tenido, hasta sus colegas como Poncho Zuleta y Diomedes Díaz (Q.E.P.D) le han dado este reconocimiento”.
Y como los cuentos alrededor del ego del artista nunca cesan, se han convertido en un mito, Lalo recuerda una anécdota que le contó El Pollo Irra: “Cuando estaba en pleno furor la canción Dime pajarito, ellos participaron por el Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla y como Rafael Orozco antes de salir al escenario alborotaba al público con un juguete que simulaba el canto del ave, Oñate se consiguió un amigo dentro del conjunto que le ayudó a robarselo y cuando fueron a salir al escenario, ¿a dónde pajarito? Después de muchos años El Jilguero se lo confesó al acordeonero del Binomio de Oro, quien no dejó de reírse”.
Otro de sus fans relata jocosamente: “en una ocasión Oñate se encontró con su colega Iván Villazón, quien estaba con el acordeonero Beto Villa y su conjunto La Compañía interpretando la canción El niño bonito, la cual estaba en pleno apogeo. Entonces el Jilguero se les acercó y a Beto Villa le preguntó por Beto Zabaleta (su antigua fórmula) y a Iván por El Chiche Martínez, su anterior acordeonero. Conociendo como es Oñate fue de gran alegría para ellos que el maestro los hubiera ignorado como pareja musical, eso quería decir que reconocía su éxito.
¿Una parranda inolvidable? la mejor fue una que se improvisó a la salida de La Paz, así lo narra uno de sus seguidores vitalicios: la gente fue llegando y no había nada dispuesto, en pleno alboroto, le cayó al cocinero la olla del sancocho hirviendo en un pie y se iba aguando la fiesta. Para no acabar la parranda, el hombre desesperado tomó un cuchillo y se atendió su propia herida, ante la mirada atónita de los asistentes. Oñate con su potente voz atrajo inmediatamente la atención del selecto público al interpretar Si yo pudiera, del compositor Armando Zabaleta, acompañado del Rey Vallenato Alvarito López, un recuerdo filmado para la posteridad.
La voz que salvaguarda el Vallenato
Mientras Valledupar se alista para celebrar la versión 51 del Festival de la Leyenda Vallenata, en Bogotá Rafael Oñate Rivero, reconocido periodista e historiador cesarence afina su pluma para culminar la obra biográfica sobre el canta-autor titulada Jorge Oñate-El Jilguero, donde hará todo un recuento de los mejores y más representativos momentos que ha vivenciado el artista vallenato en su periplo artístico-musical.Rafa comienza citando la letra del paseo que Emilianito Zuleta Díaz le compuso a Jorge Oñate por ser una de las mejores descripciones de su talento:
En un pueblito cerquita al Valle (bis)
Nació un muchacho con una estrella
Con el prodigio de una voz muy bella
Lo que lo hace ser muy importante
El aspiraba a ser cantante
,Por todas partes parrandeaba
Me refiero es a un hombre grande
Y a su garganta afortunada
Al Jilguero identifico/porque su cantar se oye (bis)
Solamente a mi hermanito/yo lo comparo con Jorge (bis)
Esta hermosa estrofa es apenas un aperitivo de lo que leeremos en el libro del historiador Oñate Rivero, quien no escatima palabras para resaltar el legado de El Jilguero. Emocionado comparte las palabras que le dijo alguna vez el maestro: “cada vez que canto, siento que por intermedio de mi voz, el Cesar trasmite sus mensajes a La Guajira; La Guajira le habla al Magdalena; el Magdalena le llega al Pueblo Sabanero y La Sabana a su vez retorna a Valledupar. Porque siempre he tratado de que mis oyentes y seguidores comprendan que hacemos parte de un folclor integrado y una sola vivencia originaria de la tierra de Francisco El Hombre.”
A los amantes del Jilguero nos espera una extensa y amena lectura, porque sigue haciendo historia y no importa si el tradicional baile de las piloneras anuncie una nueva programación con artistas internacionales que representan otros géneros musicales y arrasan multitudes, siempre llegará el propio o el forastero preguntando: ¿dónde se presenta Jorge Oñate este año?
Fotos: archivos Jorge Oñate- El Pilón-El Informador- El Heraldo- el Diario Vallenato
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