Pasión y Guerra en el DF
Despertar con ganas de ovacionar su tierra, fue sin duda una de las fuentes de inspiración del artista Jorge Negrete al componer rancheras como México Lindo y Querido. No es extraño escuchar a un mexicano recitar semejante sobredosis de patriotismo y cantar a todo pulmón si muere lejos, que lo repatríen. Sin embargo, ver este mismo sentido de pertenencia en un grupo de inmigrantes que residen en el DF, es sorprendente, en especial cuando la prensa internacional hace continuamente eco a la cruenta guerra de carteles de narcotráfico, los secuestros exprés o los asesinatos en serie de las mujeres de Ciudad de Juárez.
Julia Rosa Uribe fotógrafa colombiana, quien vivió en México por varios años, es el hilo conductor de una serie de quince historias de inmigrantes que unen sus voces a la memoria de Negrete. Su proyecto, Pasión y Guerra Inmigrantes en México DF, que fue patrocinado hace dos años por la Secretaria de Desarrollo Rural para la Equidad de los Pueblos, está listo para ser exhibido ante el gran público mexicano, por eso prepara su exposición desde la bahía de Santa Marta- Colombia. “Las fotografías son de gran formato, a color, realizadas de forma análoga y luego digitalizadas, quiero acompañarlas con los testimonios más conmovedores de sus protagonistas”. Puntualiza Julia.
Con el dinamismo que la caracteriza, Julia me mira fijamente y dice; “Yo misma hice contactos con amigos, fui a embajadas, deambulé por el DF, porque me interesaban personas del común. Lo hice inspirada en dos libros del Departamento de Miigración de México en donde publican solamente a inmigrantes ricos y exitosos. Yo quería algo diferente”.
Su búsqueda se concentró entonces en personas que hubieran llegado a México animadas por una enorme pasión hacia el arte y en aquellas cuya vida estuviera marcada por la guerra. Pasión y guerra, dos conceptos antagónicos que dieron como resultado un trabajo de investigación impecable, que nos muestra la cara amable de México. Es así como Julia irrumpe con su lente en la vida cotidiana de quince individuos, logrando traspasar las barreras de la memoria, desnudando la lucha diaria de un inmigrante, escarbando sus secretos, sus anhelos, sus frustraciones y temores que en muchos casos alimentan aún las ataduras del pasado. Su acercamiento a este grupo fue tan intenso, que logró espantar hasta sus propios fantasmas.
PAZ, LIBERTAD Y TRABAJO
Cada retrato de Julia tiene una historia interesante que nos incita a querer conocer más sobre estos héroes anónimos, que sortearon muchas peripecias para pisar tierra mexicana. En medio de una sesión fotográfica los entrevistados se fueron despojando de sus vivencias para compartir el motivo por el cuáll habían dejado sus países, qué les ha dado México y porqué decidieron radicarse en este bello país. Ellos son: Julio Mayo, fotógrafo refugiado de la Guerra Civil Española; Rodrigo Telón Yucaté, líder político guatemalteco; Iris Leyva, pintora cubana ; Anne Charlot, diseñadora gráfica francesa; Leonor Ham Lim Lom, comerciante mexicana de origen chino; Jannett Kauffman una belga sobreviviente del Holocausto Judío; Azad y Mamut Hossain, comerciantes de Pakistan; Veronique Darelus, topógrafo haitiano; Lucy Garzón, sicóloga colombiana, fundadora del M-19; Cesar Roches, músico hondureño; Damiana Orué, violinista argentina; el Padre Yacoub Badaoui, Miembro de la Comunidad Moronita de México; Tembo Roll Brice Hilarion, futbolista del Congo y Nelly Molina, profesora uruguaya quien perteneció al grupo Tupamaros.
“Julio Mayo es una persona muy conocida en México”, asegura Julia mientras me explica que no quería perder la oportunidad de conocerlo pues tiene 98 años, es refugiado de la Guerra Civil Española y es el único sobreviviente de sus hermanos, quienes fueron reporteros gráficos durante la guerra y al pisar tierra azteca cubrieron 40 años de la vida social de México. Los hermanos Mayo utilizaron la primera cámara Leica y uno de ellos, Paco fundó la agencia Foto-Mayo en Madrid para distribuir fotografías a la prensa española y extranjera.
Julio llega en 1947 con su esposa y un hijo de cinco meses. Trabajó como ayudante de su hermano Francisco (Paco) Mayo, quien fuera piloto aviador desde los diecisiete años y en 1931 se retiró para dedicarse al fotoperiodismo. Julio estuvo vinculado por cincuenta años a diarios, revistas semanales o quincenales, como El Popular, Hoy, Mañana, La Prensa, Time y Life.
La producción fotográfica que realizaron fue enorme, cinco millones ochocientos mil negativos componen este acervo, el cual fue donado al Archivo General de la Nación de México, clasificados por temas: retratos de políticos, deportistas, boxeadores, toreros, etc. Introdujeron en México la cámara Leica con la que realizaron casi todo su trabajo. Julio conoció a las grandes figuras de la época como Pedro Infante, Diego Rivera, Frida Kalo, Pedro Armendáriz, era amigo de todos ellos. Cuando Julia le pregunto qué era lo que más agradecía a su país de adopción, el fotógrafo no dudo en afirmar: “México me dio paz, libertad y trabajo”.
Una apreciación similar tiene Rodrigo Telón Yucuté, un líder comunitario originario de Guatemala, proveniente de la comunidad indígena Choabajita. A Rodrigo le estalló una mina Claymor que le desfiguró la cara y le hizo perder un brazo, todo esto en medio de acusaciones que lo señalaban como guerrillero. Después del fatídico accidente, sus amigos lo mantuvieron escondido y por las amenazas salió huyendo a Nicaragua, luego a Cuba, donde lo operaron varias veces, pues sus corneas estaban quemadas. El soñaba con venir a México porque la Biblioteca tiene un programa para ciegos llamado “La Computadora Parlante”.
Rodrigo logró llegar al DF en diciembre de 1982, después de sufrir en Guatemala por discriminación, presenciar muchas injusticias y despojo de tierras. Desde muy joven trabajó en las fincas de café, de caña de azúcar en las cuales participó con sus compañeros en la lucha por un mejor salario para todos.
Al principio sobrevivió vendiendo dulces en la capital mexicana. Su sueño de estudiar con la computadora parlante se cumplió, en la biblioteca í ha podido continuar con sus estudios, le graban libros, noticias, le leen sus correos electrónicos, de esta manera se entera de las noticias y hasta ha podido leer a Gabo al igual que muchos autores, pues encuentra el registro en su cubículo, por capítulos.
Rodrigo habló con el director del * lNEA para que le permitieran grabar las clases y de esta forma aprobó la primaria, la secundaria y ahora está en la preparatoria. El personal del ACNUR; COMAR y SIN FRONTERAS que había conocido en el campo de refugiados en Chiapas, le dieron un pequeño apoyo económico para empezar una nueva vida en la Ciudad de México, y a través de SIN FRONTERAS logró que lo conectarán con la Fundación Dignidad para un micro crédito con el cual se dedica a vender oro y plata. A pesar que su vida ha estado marcada por la crueldad, desea escribir un libro y mientras tanto recorre solo las calles del DF.
Estas mismas calles de la capital mexicana han sido testigo del peregrinaje de Azad y su sobrino Mamut Hossain, este último fallecido por la influenza. Provenientes de Bangadesh se dedicaron juntos al comercio de ropa Hindú. Provistos de una bodega, Azad y su familia salen por las calles con una maleta, incluso a los mejores sitios de México como la Condesa y la gente les compra. Azad distribuye su ropa, muchas veces fía la mercancía a varias personas y cuando la venden, le cancelan, así han generado empleos informales.
Julia interrumpe su relato para informarme: “Los entrevisté hace dos años y desafortunadamente, Mamut, fue una de las primeras víctimas del H1N1 en México. Me enteré de su muerte cuando fui a visitarlos pare pedirles la autorización para la publicación de sus historias. Mamut murió después de un paseo en Chapultepec Chapultepec. El llegó con fiebre, el médico le recetó unas pastillas, al día siguiente convulsionó y murió”.
UN PAÍS HOSPITALARIO.
Son varios los personajes que Julia encontró para ilustrar la pasión por el arte, esa pasión que hace posible la conquista de nuevos espacios y la aceptación del público. Prueba de ello es César Roches, un músico hondureño de la cultura de Garifuna, aquella compuesta por africanos que hundieron las embarcaciones en donde los transportaban y llegaron nadando hasta las orillas de San Vicente, allí se mezclaron con los indígenas del Caribe y evitaron ser esclavizados.
La cultura Garifuna tiene su propia lengua y César es uno de los fundadores del grupo Black Men Soul, que tiene su sede en Ciudad de México, ellos interpretan varios ritmos como la Punta, muy similar al pegajoso tema “Sopa de Caracol”. Lo curioso es que nunca interpretan cantos fúnebres en público, pues para los africanos el tambor es un instrumento a través del cual se establece un código entre los vivos y muertos.
Julia confiesa que le intrigó mucho este tema y logró que César compartiera una experiencia sobrenatural, muy íntima con ella: “Una vez estando en Chiapas en un concierto una persona del público entró en trance cuando interpretaron este ritmo y empezó hablar en lengua Garifuna y les advirtió que no tocaran eso, que no era un juego. César se asustó porque dice que era una persona con mucha sensibilidad espiritual y sus ancestros le hablaron. En otra ocasión, en un ensayo con su tambor, uno de los integrantes del grupo entró también en trance, habló en su lengua de orígen y le pidió que dejaran esos ritmos”.
Desde entonces, sólo interpretan cantos religiosos, la punta y otros ritmos. César es embajador oficial de la Cultura Garifuna. En México tienen una gran acogida, han salido de gira a países como Francia y siente que las puertas se le abrieron de par en par en la tierra del tequila.
La historia de Damiana Orué es interesante también. Esta violinista gaucha conoció en Argentina al maestro Jorge Rissi, quien la ayudó a desarrollar toda la técnica, terminó la preparatoria y se fue a vivir a Uruguay donde estudió la licenciatura en violín. Allí estuvo siete años, se casó y empacó maletas para venir a México. El primer año fue un poco duro porque estaba descubriendo muchas cosas, de la vida y su profesión. Tomó un curso de verano en la *UDLA en Puebla, al llegar al DF descubre muchas oportunidades laborales y es por esta razón que decidió quedarse. Su esposo interpreta Bossa Nova y ella pertenece a la filarmónica de Coyoacán e imparte clases de violín.
Al preguntarle a Julia cuál podría ser el denominador común de estas historias, ella afirma sin titubear que todos hablan de la gran hospitalidad de México, pues la experiencia en general es que es un país acogedor. “Hablé con muchos exiliados españoles de viva voz, refugiados de la guerra civil española y cuentan que llegaron a Veracruz cansados, sin esperanzas y encontraron a la gente con pancartas para recibirlos. Muchos eran intelectuales filósofos, escritores que pensaban que llegarían a trabajar como obreros, pero no fue así, los ubicaron en la *Unam y terminaron siendo catedráticos. Incluso algunos mexicanos afirman que en Mexico son *Malinchistas, refiriéndose a que los mexicanos acogen muy bien a los extranjeros”.
MEMORIA Y OLVIDO.
El concepto memoria siempre será opuesto al perdón y el olvido. Lograr vivir sin las heridas del pasado es un reto que asumieron muchos de los personajes que entrevistó Julia Rosa. Leonor Ham Lim Lom, por ejemplo, tiene una historia conmovedora sobre su padre quien huyó de la revolución en China, pero cayó en las garras de los ejércitos de Pancho Villa y después de Zapata. Qué decir de Nelly Molina, quien debido a la dictadura en Uruguay estuvo presa y dio a luz en plena celda, sin contar el estigma que padeció por ser activista de los Tupamaros, igual el Padre Yacoub Badaoui, a quien su congregación rescató de las amenazas que pesaban en su contra y de Beirut pudo encontrar un puerto seguro en México.
Todos estos retratos que evocan las amargas secuelas de la guerra serán imágenes cargadas de emotividad que los mexicanos podrán ver muy pronto. Por ahora Julia me adelanta otras dos historias que hacen parte de su proyecto: Lucy Garzón y Jeannette Kauffmann , quien nació en Bélgica en 1931, es de origen Judío y es una sobreviviente del Holocausto Nazi. Jeannette llegó hace 49 años a México y recuerda toda la tensión que se vivía en su casa por la persecución Nazi, fue entonces cuando sus padres decidieron mudarse de Bélgica a Francia porque pensaban que allá iban a encontrar la libertad. Pero al llegar, los aviones alemanes pasaban bombardeando, sembrando el terror entre la gente.
Entonces regresaron a Bélgica en plena persecución a los judíos. Estuvo escondida durante dos años y medio en varios conventos, no recuerda quien la ayudó. Viviendo en Bruselas cercaron la cuadra en la que vivía y observó por la ventana un evento que la marcó profundamente, un camión estaba estacionado en la calle tenía extendida una rampa y un guardia de la SS empujaba a la gente para que subiera rápido, una señora judía llevaba a su bebé en brazos, se tardó en subir, entonces el oficial alemán le arrebató al niño y lo estrelló contra la pared para obligar a la mujer a subirse al vehículo.
Después, mientras jugaba en la calle se le acercó un hombre vestido de negro, había tocado en la puerta de su casa pero sus padres no estaban, ella le preguntó que quería entonces él le entregó un papel pequeño donde decía que la familia debía presentarse en Malin una estación de tren cerca de Bruselas en dirección Aushwitz, en ese momento ya llevaban la estrella que los identificaba.
Su padre le entregó todo su dinero a un amigo, quien después de la guerra dio todo por perdido y él pudo escapar, a Jannette la escondieron en tres conventos diferentes. Cualquier día la metían en uno y luego en otros hasta que recibió visita de su papá con chocolates y se la llevaron al Ecuador. Tiempo después, viviendo en Suramérica, alguien le ofreció un empleo en México a su marido. Al llegar, encontró dificultad por el idioma, la manera de enfocar la vida, pero terminó por acostumbrarse. Durante muchos años trabajó en la embajada de Bélgica.
Hace algún tiempo regresó a su país en una especie de peregrinación por los lugares que guardan algún recuerdo importante para ella: Al sitio donde recibió el papel donde les ordenaban ir a Aushwitz, el hospital en el que estuvo internada y el parque donde comió un helado con su padre.
Según Julia en México existe un grupo de sobrevivientes del holocausto que están marcados en el brazo, que vivieron los rigores de esa guerra pero cuando ella quiere compartir su historia la discriminan, porque no fue al campo de concentración. Sin embargo, a sus ochenta y tres años aún recuerda sus pesadillas con esos hombres vestidos de negro.
Por su parte, Lucy Garzón lleva más de treinta años viviendo en México y sus heridas aún la estremecen. Ella fue una de las fundadoras del * M-19, pues pertenecía a las juventudes comunistas en Cali Colombia, conoció a Jaime Bateman y estuvo en la campaña publicitaria de expectativa que idearon y cuenta que pautaban en la prensa diciendo AHÍ VIENEN, YA LLEGAN para dar a conocer el movimiento. Sin embargo, fue víctima de torturas en Colombia y por eso se refugió en México.
Martha Lucia Garzón Sarasti es sicóloga, bailarina, tiene un trabajo con jóvenes que son hijos de padres colombianos y nunca conocieron a sus progenitores, pues eran estudiantes que llegaron a la UNAM a especializarse, embarazaron a sus novias mexicanas y nunca supieron de esos hijos. Lucy comenzó a reclutarlos hasta conformar el ballet Estampas Colombianas, el cual tiene mucha tradición en México. Ella les ha dado apoyo sicológico y el baile ha funcionado como terapia. Algunos piensan ir a Colombia a buscar a sus padres.
Lucy fue víctima de la tortura del ratón, el cual consiste en introducir este roedor en la vagina hasta que acabe con sus órganos reproductivos, por eso no pudo ser madre. Al hablar de este drama no señaló a nadie, solo dijo que eran personas que pertenecían a grupos de ultra derecha. Una vez en el DF se casó, adoptó a todos esos niños y siguió con su vida. Con pesar reconoce que una cosa era la teoría, los cimientos del M-19, pero luego en la práctica era diferente, aquello se volvió un prostíbulo, las mujeres tenían que servirles a los hombres. Lucy nunca combatió, era una activista, de hecho fue una de las fundadoras de Casa Colombia del M-19 en México que todavía existe. Este organismo le donó el primer vestuario para su ballet, que es lo más importante en su vida. El horror quedó atrás.
MEXICO ES MI SEGUNDA PATRIA
Desvestir los recuerdos de este grupo de inmigrantes fue una experiencia gratificante para Julia Rosa, en especial porque ahora en esta segunda fase podrá compartir su trabajo. A medida me relataba todos estos encuentros, afloraron sus propias experiencias, que hacen eco al amor que muchos foráneos profesan por el país azteca.
Es por eso que la fotógrafa colombiana asegura: “En esos ochos años y medio que viví en México estudié, trabajé, me enamoré, me desilusioné, me enfermé y me curé. Fue una vivencia interior muy intensa, allá me hicieron un tratamiento para curarme el cáncer en el Hospital de Nutrición. Siento que aprendí muchísimo de herbolaria, traje muchas plantas como el Cuachalalate, la Bardana, el Muicle, que sirven como quimioterapia. Todo eso lo aprendí de personas humildes que se hacían el tratamiento conmigo”.
Julia Rosa me explica que en México hay mucha oferta cultural, cine, obras de teatros, exposiciones, museos y los proyectos culturales siempre tienen eco. Todo gusta, por eso ella impartió cursos, talleres, tomó cursos de fotografías gratis con artistas extranjeros incluso se ganó un curso de documentales gratis organizado por la UACM (Universidad Autónoma de la Ciudad de México ) T por seis meses, aprendió sobre imagen en el Centro de la Imagen de Mexico, además un taller con el cineasta alemán Till Passow en el mismo Centro de Imagen, que es el epicentro de la fotografía en el DF. Se codeó con los fotógrafos más conocidos como Marco Antonio Cruz, Yolanda Andrade y Gerardo Montiel, Vida Yovanovick, etc.
Y qué decir de la gente, Julia cuenta que siempre que decía que era colombiana, los mexicanos se mostraban curiosos por conocer su cultura, su trabajo, por eso agrega: “México es mi segundo hogar. Me fascina que mantengan viva su tradición indígena, que conservan los nombres originales de los Mayas. Si encuentran una zona arqueológica hay respeto e inmediatamente lo vuelven sitio de peregrinaje”.
Julia se apresura a recoger sus cigarrillos, llegó la hora de partir. Aún tiene muchos detalles que coordinar para su gran exposición, que estoy segura cautivará a muchos espectadores no sólo por el contraste de sus vidas, sino porque ella misma es portadora de una de las anécdotas más apasionantes del proyecto. ¡Que viva México!!!
PROTAGONISTAS
Izquierda a Derecha
Damiana Orué (Violinista)
Tembo Roll Brice Hilarion (Futbolista y Control de Sistemas)
Nelly Molina (profesora) y su hijo Ronell Bologna
Azad y su esposa Fahamida Hossain (Comerciantes)
Azad Hossain y Mamut Hossain(QEPD) (comerciantes)
César Roches- (Músico)
Iris Leyva (pintora)
Anne Charlot (diseñadora)
Leonor Ham Lim Lom (comerciante)
Jeannette Kauffmann
Julio Mayo Souza (Fotógrafo)
Rodrigo Telón Yucuté (Lider)
Veronique Darelus y su familia, Jocelyne Darelus y Steven Darelus (hijo) (Comerciantes haitianos)
Yacoub Badaoui (Sacerdote)
Lucy Garzón (Sicóloga- bailarina)
* lNEA (Instituto Nacional para la Educación de Adultos)
* UCM Universidad Central de México
* Tupamaros: Movimiento de Liberación Nacional
* UDLA Universidad de Las Américas
* UNAM: Universidad Nacional Autónoma
* Movimiento Revolucionario 19 de abril
* Malinchistas: se utiliza para hablar sobre la conducta hacia el extranjero evocando a La Malinche
La Promesa, mi más reciente libro
¡Bienvenidos a todos los amantes de la literatura y a los nuevos lectores que est&aa…