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Colombia - February 10, 2012

Pasión y Guerra en el DF

 

Despertar con ganas de ovacionar  su  tierra,  fue sin duda una de las  fuentes de inspiración del artista Jorge Negrete al componer rancheras como  México Lindo y Querido.  No es extraño escuchar a un mexicano recitar semejante sobredosis de patriotismo y cantar a todo pulmón  si muere lejos,   que lo repatríen.  Sin embargo,  ver este mismo  sentido de pertenencia en un grupo de inmigrantes que residen en el DF,   es sorprendente,   en especial cuando la prensa internacional hace continuamente  eco a  la cruenta guerra de carteles de narcotráfico, los secuestros exprés  o  los asesinatos en serie de las mujeres de Ciudad de Juárez.

 

Julia Rosa Uribe fotógrafa colombiana, quien vivió  en México por varios años,  es el hilo conductor de una serie de quince historias de inmigrantes que  unen sus voces a la memoria de  Negrete.  Su proyecto,  Pasión y Guerra Inmigrantes en México DF, que fue patrocinado hace dos años por la Secretaria de Desarrollo Rural para la Equidad de los Pueblos, está listo para ser exhibido ante el gran público mexicano, por eso  prepara su exposición  desde la bahía de Santa Marta- Colombia.  “Las fotografías  son de  gran formato,  a color, realizadas de forma análoga y luego  digitalizadas, quiero  acompañarlas con los   testimonios más conmovedores de sus protagonistas”.  Puntualiza Julia.

 

Con el dinamismo que la caracteriza, Julia me mira fijamente y dice; “Yo misma hice contactos con amigos, fui a embajadas, deambulé por  el DF, porque   me interesaban  personas del común. Lo hice inspirada en dos libros del Departamento de Miigración de México en donde publican solamente a inmigrantes ricos y exitosos. Yo quería  algo diferente”.

 

Su búsqueda se concentró entonces en personas que hubieran llegado a México  animadas por una enorme  pasión hacia el  arte y en aquellas cuya  vida estuviera  marcada por la  guerra.  Pasión y guerra, dos conceptos antagónicos que dieron  como resultado un trabajo de investigación impecable,  que nos muestra  la cara amable de México.  Es así como Julia irrumpe con su lente en la vida cotidiana de quince individuos, logrando traspasar las barreras de la memoria,   desnudando la lucha diaria de un inmigrante,  escarbando  sus secretos, sus anhelos, sus frustraciones  y temores que en muchos casos alimentan  aún las  ataduras del pasado. Su acercamiento a este grupo  fue tan intenso, que  logró espantar hasta sus propios fantasmas.

 

PAZ,  LIBERTAD Y TRABAJO


Cada retrato de Julia tiene una historia interesante que nos incita a querer conocer más sobre estos héroes   anónimos, que sortearon muchas  peripecias para pisar tierra mexicana. En medio de una sesión fotográfica los entrevistados se fueron despojando de sus vivencias  para compartir  el motivo por el cuáll habían dejado sus países, qué les ha dado  México y porqué decidieron  radicarse en este bello país. Ellos son: Julio Mayo, fotógrafo  refugiado de la Guerra Civil Española; Rodrigo Telón Yucaté, líder político guatemalteco; Iris Leyva, pintora cubana ; Anne Charlot, diseñadora gráfica francesa;  Leonor Ham Lim Lom,  comerciante mexicana de origen chino; Jannett Kauffman una belga sobreviviente del Holocausto Judío; Azad  y Mamut Hossain, comerciantes de Pakistan; Veronique  Darelus, topógrafo haitiano; Lucy Garzón, sicóloga colombiana, fundadora del M-19;  Cesar Roches,  músico  hondureño; Damiana Orué, violinista argentina;  el  Padre Yacoub Badaoui,  Miembro de la Comunidad Moronita de México; Tembo Roll Brice Hilarion, futbolista del  Congo y Nelly Molina,  profesora uruguaya quien perteneció al grupo Tupamaros.

 

“Julio Mayo es una persona muy conocida en México”, asegura Julia mientras me explica que no quería perder la oportunidad de conocerlo pues  tiene 98 años, es refugiado de la Guerra Civil Española y es el único sobreviviente de sus hermanos,  quienes fueron  reporteros gráficos durante la  guerra y al pisar tierra azteca  cubrieron  40 años de la vida social de México.  Los hermanos Mayo utilizaron la primera cámara Leica y uno de ellos, Paco fundó la agencia Foto-Mayo en Madrid para distribuir fotografías a la prensa española y extranjera.

 

Julio  llega  en 1947 con su esposa y un hijo de cinco meses. Trabajó como ayudante de su hermano Francisco (Paco) Mayo, quien fuera piloto aviador desde los diecisiete  años y  en 1931 se retiró para dedicarse  al fotoperiodismo. Julio estuvo vinculado por  cincuenta años a  diarios,  revistas semanales o  quincenales, como  El Popular, Hoy, Mañana, La Prensa, Time y Life.

 

La producción fotográfica que realizaron fue enorme, cinco millones ochocientos mil negativos componen este acervo, el cual fue donado al Archivo General de la Nación de México, clasificados por temas: retratos de políticos, deportistas, boxeadores, toreros, etc.  Introdujeron en México la cámara Leica con la que realizaron casi todo su trabajo. Julio conoció a las grandes figuras de la época como Pedro Infante, Diego Rivera, Frida Kalo, Pedro Armendáriz, era amigo de todos  ellos. Cuando Julia le pregunto qué era  lo que más agradecía  a su país de adopción, el fotógrafo no dudo en afirmar: “México me dio paz, libertad y trabajo”.

 

Una apreciación  similar tiene  Rodrigo  Telón Yucuté, un líder comunitario originario de Guatemala, proveniente  de la comunidad indígena Choabajita.  A Rodrigo le estalló una mina Claymor  que  le desfiguró la cara y le hizo perder  un brazo, todo esto en medio de acusaciones que lo señalaban como  guerrillero. Después del fatídico accidente, sus amigos lo mantuvieron escondido y por las amenazas  salió huyendo  a Nicaragua, luego a  Cuba, donde  lo operaron varias veces, pues  sus corneas estaban quemadas. El soñaba con venir a  México porque la Biblioteca tiene un programa para ciegos llamado “La Computadora Parlante”.

 

Rodrigo logró llegar al DF  en  diciembre de 1982, después de sufrir en  Guatemala  por   discriminación, presenciar muchas  injusticias y  despojo de tierras.  Desde muy joven trabajó en las fincas de café, de caña de azúcar en las cuales participó con sus compañeros en la lucha por un mejor salario para todos.

 

Al principio  sobrevivió vendiendo dulces en la capital mexicana. Su sueño de  estudiar con la  computadora parlante se cumplió, en la biblioteca í ha podido continuar con sus estudios,  le graban libros, noticias, le leen sus correos electrónicos, de esta manera  se entera de las noticias y hasta ha podido leer a  Gabo al igual que muchos autores, pues encuentra el registro  en su cubículo, por capítulos.

 

Rodrigo  habló con el director del * lNEA para que le permitieran grabar las clases y de esta forma aprobó la primaria, la secundaria y ahora está en la preparatoria. El personal del ACNUR; COMAR y SIN FRONTERAS que había conocido en el campo de refugiados en Chiapas, le dieron un pequeño apoyo económico para empezar una nueva vida en la Ciudad de México, y a través de SIN FRONTERAS logró que lo conectarán con la Fundación Dignidad para un micro crédito con el cual se dedica a vender oro y plata. A  pesar que su vida ha estado marcada por la crueldad, desea escribir un libro y  mientras tanto recorre solo las calles del  DF.

 

Estas mismas calles de la capital mexicana han sido testigo del peregrinaje de Azad y su sobrino Mamut Hossain, este último fallecido por la influenza. Provenientes de  Bangadesh  se dedicaron juntos  al comercio de ropa Hindú. Provistos de una  bodega, Azad y su familia salen  por las calles con una maleta,  incluso a los mejores sitios de México como la Condesa y  la gente les compra. Azad  distribuye su ropa, muchas veces fía la mercancía a varias personas y  cuando la venden, le cancelan, así  han generado  empleos informales.

 

Julia interrumpe su relato para informarme: “Los entrevisté hace dos años y desafortunadamente, Mamut, fue una de las primeras víctimas del H1N1 en México. Me enteré de su muerte cuando fui a visitarlos pare pedirles la autorización para la publicación de sus historias.  Mamut murió después de un paseo  en Chapultepec Chapultepec. El llegó con fiebre, el médico le recetó unas  pastillas,  al día siguiente convulsionó y murió”.

 

UN PAÍS HOSPITALARIO.


Son varios los personajes que Julia encontró para ilustrar la pasión por el arte, esa pasión que hace posible la conquista de nuevos espacios y la aceptación del público. Prueba de ello es César Roches, un músico hondureño de la cultura de Garifuna,  aquella compuesta por  africanos que   hundieron las embarcaciones en donde los transportaban  y  llegaron  nadando hasta las orillas de San Vicente,  allí se mezclaron con los indígenas del Caribe y evitaron ser esclavizados.

 

La cultura  Garifuna tiene su  propia lengua y César es uno de los fundadores del grupo Black Men Soul, que tiene su sede en Ciudad de México,   ellos interpretan varios ritmos como la Punta, muy similar al pegajoso tema “Sopa de Caracol”. Lo curioso es  que nunca interpretan cantos fúnebres en público, pues para los  africanos el tambor es un instrumento a través del cual se establece un código entre los vivos y muertos.

 

Julia confiesa que le  intrigó mucho este tema  y logró que César compartiera una experiencia sobrenatural,  muy íntima con ella: “Una vez estando en Chiapas en un concierto una persona del público  entró en trance  cuando interpretaron este ritmo y empezó hablar en lengua Garifuna y les advirtió  que no tocaran eso, que no era un juego. César se asustó porque dice que  era una persona con mucha sensibilidad espiritual y sus ancestros le  hablaron. En otra ocasión, en un ensayo con su tambor,  uno de los integrantes del grupo entró también en trance, habló en su lengua de orígen  y   le pidió que dejaran esos ritmos”.

 

Desde entonces, sólo interpretan cantos religiosos,  la punta y otros  ritmos.  César es embajador oficial de la Cultura Garifuna. En México tienen una gran acogida, han salido de gira a países como  Francia y siente que las puertas se le abrieron de par en par en la tierra del  tequila.

 

La historia de Damiana Orué es interesante también. Esta  violinista gaucha  conoció en Argentina   al maestro Jorge Rissi,  quien la ayudó a desarrollar toda la  técnica, terminó la preparatoria y se fue a vivir a Uruguay donde estudió la licenciatura en violín. Allí estuvo siete años, se casó y empacó maletas para venir a  México.  El primer año fue un poco duro porque estaba descubriendo muchas cosas, de la vida y su profesión. Tomó  un curso de verano en la *UDLA en Puebla, al llegar al DF descubre muchas oportunidades laborales   y es por esta razón que decidió quedarse. Su esposo  interpreta Bossa Nova y  ella pertenece a la filarmónica de  Coyoacán e imparte clases de violín.

 

Al preguntarle a Julia cuál podría ser el denominador común de estas historias,  ella afirma sin titubear que todos hablan de la gran hospitalidad de  México, pues la experiencia en general es que  es un país acogedor. “Hablé con muchos  exiliados españoles de viva voz, refugiados de la guerra civil española y cuentan que llegaron a Veracruz cansados, sin esperanzas  y encontraron a la gente con pancartas para recibirlos. Muchos eran intelectuales filósofos, escritores que  pensaban  que llegarían a trabajar   como obreros, pero no fue así, los ubicaron en la *Unam  y terminaron siendo  catedráticos. Incluso algunos mexicanos afirman que en Mexico   son *Malinchistas, refiriéndose a  que los mexicanos  acogen muy bien a los extranjeros”.

 

MEMORIA Y OLVIDO.


El concepto memoria siempre será opuesto al perdón y el olvido. Lograr vivir sin las heridas del pasado es un reto que asumieron muchos de los personajes que entrevistó Julia Rosa. Leonor Ham Lim Lom,  por ejemplo,  tiene una historia conmovedora sobre su padre quien huyó de la revolución en China, pero cayó en las garras de los ejércitos de Pancho Villa y después de Zapata. Qué decir de Nelly Molina, quien debido a la dictadura en Uruguay estuvo presa y dio a luz en plena  celda, sin contar el estigma que padeció por ser activista de los Tupamaros,  igual el  Padre Yacoub Badaoui,  a quien su congregación rescató de las amenazas que pesaban en su contra y de  Beirut pudo encontrar un puerto seguro en  México.

 

Todos estos  retratos que evocan las amargas secuelas de la guerra serán imágenes  cargadas de emotividad que los mexicanos podrán ver muy pronto.  Por ahora Julia me adelanta otras dos historias que hacen parte de su proyecto: Lucy Garzón y Jeannette Kauffmann , quien nació en Bélgica en 1931, es de origen Judío y es una sobreviviente del Holocausto Nazi. Jeannette  llegó hace 49 años a México y  recuerda toda la tensión que se vivía en su casa por la persecución Nazi, fue entonces cuando sus padres decidieron mudarse de Bélgica a Francia porque pensaban que allá iban a encontrar la libertad. Pero al llegar,  los aviones alemanes pasaban bombardeando, sembrando el terror entre la gente.

 

Entonces regresaron a Bélgica en plena  persecución a los judíos.  Estuvo escondida durante dos  años y medio en varios conventos, no recuerda quien la ayudó. Viviendo en Bruselas cercaron la cuadra en la que vivía y  observó por la ventana un evento que la marcó profundamente, un camión estaba estacionado en la calle tenía extendida una rampa y  un guardia de la SS empujaba a la gente para que subiera rápido, una señora judía llevaba a su bebé en brazos, se tardó en subir, entonces el oficial alemán le arrebató al niño y lo estrelló contra la pared para  obligar a la mujer a subirse al vehículo.

 

Después, mientras  jugaba en la calle se le acercó un hombre vestido de negro,   había tocado en la puerta de su casa pero sus padres no estaban, ella le preguntó que quería entonces él le entregó un papel pequeño donde decía que la familia debía presentarse en Malin una estación de tren cerca de Bruselas en dirección Aushwitz, en ese momento ya llevaban la estrella que los identificaba.

 

Su padre le entregó todo su  dinero a un amigo, quien después de la guerra dio todo por perdido y él pudo escapar, a Jannette la escondieron en tres conventos diferentes. Cualquier día la metían en uno y luego en otros hasta que recibió visita de su  papá con chocolates y se la llevaron al  Ecuador. Tiempo después, viviendo en Suramérica, alguien le ofreció un empleo en México a su marido. Al llegar, encontró dificultad por el idioma, la manera de enfocar la vida, pero terminó por acostumbrarse. Durante muchos años trabajó en la embajada de Bélgica.

 

Hace algún tiempo  regresó a su país en una especie de peregrinación por los lugares que guardan algún recuerdo importante para ella: Al sitio donde recibió el papel donde les ordenaban ir a Aushwitz,  el hospital en el que estuvo internada  y el parque donde comió un helado con su padre.

Según Julia en México existe un grupo de sobrevivientes del holocausto que están marcados en el brazo, que vivieron los rigores de esa guerra pero cuando ella quiere compartir su historia la discriminan, porque no fue al campo de concentración. Sin embargo,  a sus ochenta y tres años aún recuerda sus pesadillas con esos hombres vestidos de negro.

 

Por su parte, Lucy Garzón lleva más de treinta años viviendo  en México y sus heridas aún la estremecen. Ella fue una de las fundadoras del * M-19, pues  pertenecía a las juventudes comunistas en Cali Colombia, conoció a Jaime Bateman y  estuvo en la campaña publicitaria de expectativa que idearon y  cuenta que pautaban en la prensa diciendo  AHÍ VIENEN,  YA LLEGAN para dar a conocer el movimiento. Sin embargo,  fue víctima de torturas en Colombia y por eso se refugió en México.

 

Martha Lucia Garzón Sarasti   es sicóloga, bailarina, tiene un trabajo con jóvenes que son hijos de padres colombianos y  nunca conocieron a sus progenitores, pues eran estudiantes que llegaron a la UNAM a especializarse,  embarazaron a sus novias mexicanas y nunca supieron de esos hijos. Lucy comenzó a reclutarlos hasta conformar el ballet Estampas Colombianas, el cual  tiene mucha tradición en  México. Ella les  ha dado apoyo sicológico y el baile ha funcionado como terapia. Algunos piensan ir  a Colombia a buscar a sus padres.

 

Lucy  fue víctima de  la tortura del ratón, el cual consiste en  introducir este roedor  en la vagina hasta que acabe con  sus órganos reproductivos,  por eso no pudo ser madre.  Al hablar de este drama no  señaló  a nadie, solo dijo que eran  personas que pertenecían a  grupos de  ultra derecha. Una vez en el DF  se casó, adoptó a todos esos niños y siguió con su vida.   Con pesar reconoce que una cosa era  la teoría,  los cimientos del M-19,  pero luego en la práctica era diferente, aquello se volvió un prostíbulo, las mujeres tenían que servirles a los hombres. Lucy nunca combatió, era una activista, de hecho fue  una de las fundadoras de Casa Colombia del  M-19 en México que todavía existe. Este organismo le donó  el primer vestuario para su ballet, que es lo más importante en su vida. El horror quedó  atrás.

 

 

MEXICO ES MI SEGUNDA PATRIA


Desvestir los recuerdos de este grupo de inmigrantes  fue una  experiencia gratificante para Julia Rosa, en especial porque ahora en esta segunda fase podrá compartir su trabajo.  A medida me relataba todos  estos encuentros,  afloraron sus propias  experiencias, que hacen eco al amor que muchos foráneos profesan por el país azteca.

 

Es por eso que la fotógrafa colombiana asegura:  “En esos  ochos años y medio que viví  en México estudié,  trabajé,  me enamoré, me desilusioné, me enfermé y  me curé. Fue  una vivencia interior muy intensa, allá me hicieron un tratamiento para curarme el cáncer en el Hospital de Nutrición. Siento  que  aprendí muchísimo de herbolaria, traje muchas plantas como el Cuachalalate, la Bardana,  el Muicle,   que  sirven  como  quimioterapia. Todo eso lo aprendí de personas humildes que se hacían el tratamiento conmigo”.

 

Julia Rosa me explica que en México hay mucha oferta cultural,  cine,  obras de teatros, exposiciones, museos y los proyectos culturales siempre tienen eco. Todo  gusta, por eso ella impartió  cursos, talleres,   tomó cursos de fotografías gratis  con artistas extranjeros incluso   se ganó  un curso de documentales gratis organizado por la UACM (Universidad Autónoma de la Ciudad de México ) T por  seis meses, aprendió sobre  imagen en el Centro de la Imagen de Mexico, además un taller con el cineasta alemán Till Passow en el mismo Centro de Imagen, que es el epicentro de  la fotografía en el DF. Se codeó con  los fotógrafos más conocidos como  Marco Antonio Cruz, Yolanda Andrade y  Gerardo Montiel,  Vida Yovanovick,  etc.

 

Y qué decir de  la gente, Julia cuenta que siempre que decía que era  colombiana, los mexicanos se mostraban curiosos por conocer su cultura, su trabajo,  por eso agrega:  “México es mi segundo hogar. Me fascina que  mantengan  viva su  tradición indígena,  que conservan los  nombres originales de los Mayas.  Si encuentran una  zona arqueológica hay respeto e  inmediatamente  lo vuelven sitio de peregrinaje”.

 

Julia se apresura a recoger sus cigarrillos, llegó la  hora de partir. Aún  tiene muchos detalles que coordinar para su gran exposición,  que estoy segura cautivará a muchos espectadores no sólo por el contraste de sus vidas, sino porque ella misma  es portadora de una de las anécdotas más apasionantes del proyecto.  ¡Que viva México!!!

 

 

PROTAGONISTAS

 

Izquierda a Derecha

Damiana Orué (Violinista)

Tembo Roll Brice Hilarion (Futbolista y Control de Sistemas)

Nelly Molina (profesora)  y su hijo  Ronell Bologna

Azad y su esposa Fahamida Hossain (Comerciantes)

Azad Hossain y Mamut Hossain(QEPD) (comerciantes)

César Roches- (Músico)

Iris Leyva (pintora)

Anne Charlot (diseñadora)

Leonor Ham Lim Lom (comerciante)

Jeannette Kauffmann

Julio Mayo Souza (Fotógrafo)

Rodrigo Telón Yucuté (Lider)

Veronique Darelus y su familia, Jocelyne Darelus y Steven Darelus (hijo) (Comerciantes haitianos)

Yacoub Badaoui (Sacerdote)

Lucy Garzón (Sicóloga- bailarina)

 


* lNEA (Instituto Nacional para la Educación de Adultos)

* UCM Universidad Central de México

* Tupamaros:   Movimiento de Liberación Nacional

* UDLA Universidad de Las Américas

* UNAM: Universidad Nacional Autónoma

* Movimiento Revolucionario 19 de abril

* Malinchistas: se utiliza para hablar sobre la conducta hacia el extranjero evocando a La Malinche

 

 

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