Falsos refugiados en Canada
En octubre de 2007 RCN en colaboración con Radio Canadá Internacional realizó un programa especial de televisión en donde denunciaron los fraudes en los procesos de refugio de colombianos y cómo desde Bogotá y Montreal funcionaba una red de personas que estaban involucrados en elaborar pruebas falsas para beneficiar a sus clientes. Animada por el malestar que causaron estas denuncias en la comunidad colombiana que vive en Canadá quise profundizar en el tema, hablar con las autoridades competentes, investigar y buscar testimonios con la ayuda de algunas personas que me pusieron en contacto con otros refugiados falsos. El resultado de mi investigacion fue publicado en Conexion Colombia, cuando era corresponsal en Montreal.
Según el último informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, en el año 2004, en la región de América Latina, Colombia se ubicó en el primer lugar de los países que generan peticionarios de asilo con más de 7,500. Pero el año pasado la cifra se redujo en un 20 por ciento, mientras que México aumentó en un 17 por ciento la cantidad de peticionarios a nivel mundial. A pesar que la cifra se redujo, el porcentaje de refugiados colombianos sigue siendo significativo y no se puede desconocer la violencia que se vive en muchas regiones del país que ha originado el desplazamiento forzado de cerca de cuatro millones de personas. Una de las primeras personas con quien hablé fue Richard Goldman Coordinador del Comité de ayuda a los refugiados (CAR) y luego de una investigación de varias semanas pude hablar con tres refugiados: Julio de origen colombiano, Renata, peruana y David de nacionalidad mexicana, quienes decidieron contarme cómo presentaron sus solicitudes de refugio, basadas en historias fraudulentas, bajo identidades protegidas.
Julio, el colombiano
La primera vez que Julio pasó por el hueco tenía veinte años. Su hermana mayor vivía indocumentada en Nueva York y para reunirse con ella, salió de Medellín a mediados de 1985 con tres hermanos más. Fue así como consiguió dinero prestado y compró los tiquetes con una ruta especial: de Medellín a San Andrés y de allí a Nicaragua con destino final Ciudad de Méjico, dos países que no exigían visa en ese entonces.
Una vez en Ciudad de México tomaron un bus hasta Tijuana a un hotel en donde debía contactar a uno de los coyotes más importantes de esa época, quien les informó que esa misma noche saldrían rumbo a Estados Unidos. Ellos pagaron trescientos dólares cada uno por la pasada y los metieron en el baúl de un carro, la policía los detuvo, conversó un rato con el conductor y no tuvieron ningún inconveniente, pasaron a San Diego y después viajaron hasta Nueva York. Cuando Julio se reúne con su hermana mayor se entera que sus dos hermanas menores también quieren salir de Colombia por el hueco, entonces a la semana siguiente regresa a Medellín, con la sorpresa que medio barrio se enteró de su hazaña.
“Entonces me embarqué con mis dos hermanas y diecisiete personas más, hice todos las vueltas con la agencia de viajes, todos los contactos y recibí una comisión por cada cliente y con la misma ruta los llevé a Nueva York”, asegura. Así empezó como coyote, a pasar gente por el hueco cada mes y medio, más o menos, hasta cuando se pudo, porque después de un tiempo la zona se puso caliente en la frontera de México y le tocó parar el negocio.
La mayoría de su familia se quedó en Estados Unidos y el se devolvió para Medellín. Allá se casó y tuvo dos hijos. Con el tiempo el dinero escaseaba y la situación se ponía más difícil. Era taxista y pidió la visa americana para su familia y se la dieron a todos menos a él, entonces mandó a su mujer e hijos para Nueva York . “Yo entré de nuevo por el hueco, esta vez por tierra desde Guatemala, hice muchos trayectos a pie, saltando y en Méjico hasta la ropa me quité en el río, para que los guardias no se dieran cuenta que era indocumentado.”
Así vivieron en Estados Unidos de 1994 hasta el 2001 en donde tuvieron otro hijo. Trabajó en construcción, haciendo limpieza, en restauración, en todo lo que pudiera para sostener a su familia, pero siempre estuvieron ilegales y la situación se fue complicando porque oían los cuentos de la gente que deportaba inmigración. “Un buen día leí en un periódico latino que Canadá estaba recibiendo gente para trabajar y había abogados que hacían todo el trámite y llamé a un abogado de Miami que tenía otra gente en Nueva York y Montreal.”
Rumbo a Canadá
En el 2001 se podía llegar hasta la frontera de Canadá y pedir refugio. Julio y su familia llegaron y los aceptaron inmediatamente. Entraron por la frontera de Lacolle en agosto de 2001 y los mandaron para la YMCA que es un hostal gratis para todos los refugiados en Montreal. “Allí me dieron una pieza para mi familia y estuvimos un mes mientras una trabajadora social me ayudaba a llenar todos los papeles, porque no hablaba ni ingles ni francés. Cuatro meses después nos llamaron a audiencia”
La historia o PIF que Julio presentó a las autoridades de inmigración se produjo, supuestamente, durante el tiempo que vivió en Medellín y trabajó como taxista. Julio afirmó que un día recogió a dos hombres en la calle que le dieron una dirección y al llegar a ese lugar le pidieron que esperara unos minutos y se presentaron con unos baúles pesados y extraños. Cuando preguntó por el contenido le contestaron de mala gana. Julio insistió y ante su negativa para llevarlos a otra dirección, los pasajeros lo amenazaron con matarlo y le dijeron que pertenecían a uno de los Frentes de la FARC, que era un armamento para un grupo que operaba en una de las comunas de Medellín y que obedeciera.
Julio condujo hasta el lugar acordado y mientras los hombres bajaban el armamento emprendió la fuga. Lamentablemente los hombres tomaron el número de las placas y comenzó a recibir amenazas de muerte hasta que un día le hicieron un atentado en la puerta de su casa, del cual sale ileso y es por eso que decide salir de Colombia con su familia.
Un consultor de inmigración le dijo que debía presentar una prueba de que había instaurado una denuncia en Medellín. Con ayuda de sus amigos en Colombia la consiguió. Además recreó los hechos con un supuesto taxi que había recibido los impactos de bala y adjuntó recortes de noticias de diarios locales y nacionales que hablaban de los fuertes enfrentamientos en las comunas de Medellín y toda la violencia que se vivía allí debido a la presencia de grupos amados.
El juez hizo las preguntas pertinentes y en cuestión de una hora salió con su refugio aprobado. Desde entonces vive en Montreal, trabaja como pintor y logró salir de la ayuda social, la cual recibió por espacio de dos años y ahora trabaja de manera legal. Compró su casa, sus hijos estudian y su mujer también trabaja.
Durante todo este tiempo, Julio ha seguido ayudando a otros familiares a solicitar refugio, aunque ahora para poder llegar a la frontera si la gente no tiene familiares en Canadá deben hacerlo clandestinamente. “Hay miles de maneras de pasar por la frontera. Unos parientes pasaron en un carro casa con unos turistas americanos. También se puede en lancha por los lagos que unen a Nueva York con la provincia de Québec o por los laditos en la misma frontera de Lacolle. Cuando los guardias que se paran en esas garitas salen al baño o a comer algo, entonces la gente aprovecha y pasa en su propio carro”.
El abogado de Julio le cobró 1.500 dólares en el 2001, ahora la tarifa aumentó a 6.000 dólares americanos porque incluye la ayuda para pasar clandestinamente por la frontera.
Renata, la Peruana
Renata es una joven peruana que fue aceptada como refugiada en Canadá. Ella recuerda que debió esperar en Lima dos años para poder viajar como turista, pues en la Embajada de Canadá cuando alguien solicita la visa dos veces, en menos de seis meses y le es negada, debe esperar un año para volver hacer la solicitud.
Finalmente, cuando obtuvo la visa, con algunos ahorros y préstamos de amigos pudo cubrir los gastos del tiquete y conseguir unos dólares para su sostenimiento por unas semanas. Su destino fue Montreal, aquí llegó con la idea de ayudar económicamente a su familia en Lima, es así como a las pocas semanas consiguió una residencia en Côte -des -Neiges, una zona muy popular donde viven todos los inmigrantes recién llegados. Con la astucia que la caracteriza y la marcada limitación lingüística que tenía, Renata hizo contacto con otro peruano que le ayudó a buscar trabajo como aseadora y la puso en contacto con otros amigos para encontrar un consejero de inmigración que le ayudara con sus papeles.
“Al principio no sabía ni qué decir, porque tenía una visa por seis meses pero me quería quedar porque era la única manera de ayudarle a mi familia y de poder salir adelante, pero como mis amigos me dijeron que le contara al abogado toda mi historia que él hablaba español y me podía ayudar. Entonces se me pasó el susto”. En menos de dos horas el abogado le explicó cuál era el procedimiento para solicitar el refugio y que él le llenaría toda la documentación necesaria. Le dijo que en su caso podrían alegar que su vida corría peligro debido al maltrato psicológico y físico por parte de su ex cónyuge, que iba a requerir de consulta siquiátrica, algunos documentos y testimonios de personas allegadas que constataran que estaba en peligro de muerte en el Perú.
Inmediatamente la llevó al Metro Berri- UQAM para que se tomara las fotos instantáneas, le dio un formulario para que se presentara lo antes posible ante la Oficina de Ciudadanía e Inmigración de Canadá. Al día siguiente Renata presentó su solicitud con pasaporte en mano y esperó pacientemente que un intérprete le tradujera las preguntas, que ella contestó de acuerdo con las instrucciones del Consejero de Inmigración. En ese momento le retuvieron su pasaporte, le hicieron firmar varios papeles y le dieron una orden para practicarse exámenes médicos. Estos documentos debía presentarlos conjuntamente con su PIF (declaración) y un papel con su foto que sería su documento de identificación de ahora en adelante.
“Se portaron muy bien conmigo, hasta tiquetes para el metro me regalaban, bonos en dólares para hacer mercado, me dieron mi ayuda social y jurídica, al tiempo que estudiaba francés y ganaba unos pesos “al negro” haciendo aseo. Siempre estuve de buenas porque encontraba gente que hablaba español en las oficinas del Gobierno y me ayudaban a llenar formularios como el de la ayuda social que es larguísimo y bueno, mi abogado me hacía todo. Además me dejó pagarle por cuotas los 2.500 dólares que me cobró por todo el proceso.
Cuando el abogado me mostró la historia me asusté porque no sabía como iba a hacer para que me creyeran todo eso, sobre todo la siquiatra y entonces cada vez que me tocaba ir me daba tanto pánico que no me creyeran que terminé aprendiéndome mi papel de memoria. Llegué a sentirme así como esa mujer que el marido maltrataba, humillaba y tenía miedo que él la matara. Durante las sesiones yo lloraba y lloraba pero era de puro miedo de tener que devolverme al Perú, de no tener el dinero para pagar todas las deudas que dejé, más el abogado, más los problemas económicos de mi mamá, de mis hermanos, yo decía Dios mío ayúdame a que todo me salga bien.
Hubo un momento que me preocupé muchísimo porque en mi primera declaración había puesto que era soltera y después hablaba de mi marido, entonces el abogado me ayudó con eso también, porque no podía comprobar que era casada, simplemente vivía en unión libre además me dijo que no recibiera ninguna prueba del Perú a nombre mío, porque todo me lo abrían y lo leían y eso también me preocupaba mucho.”
A los nueve meses la llamaron a audiencia y para ese entonces Renata trabajaba en una fábrica, estudiaba francés por las noches, declaraba su sueldo. Había renunciado a la ayuda social, enviaba dinero a su familia todos los meses y ante todo, había memorizado su triste pasado.
“No se cómo se me ocurrió en plena audiencia recordar algo, pero cuando era niña me caí de una bicicleta y mostré esa cicatriz como símbolo de la brutalidad de mi marido y lloré muchísimo, creo que eso me ayudó, cuando recibí la notificación que había sido aceptada, salí corriendo a buscar a una vecina mejicana que sabía más francés que yo a ver si me había equivocado, estaba muy nerviosa, no lo creía todavía, pero había sido aceptada”.
David, el mexicano
*David Torres es un joven homosexual de 29 años, de Querétaro México, sus días en Montreal están contados, por eso no dudó un solo momento en contar cómo solicitó su refugio sin conocer de las leyes canadienses, ni saber hablar inglés o francés. Su sueño quedó inconcluso luego de ser rechazado, sus ilusiones están el aire, a pesar de haber logrado integrarse a la sociedad quebequense.
El cuenta que llegó a Montreal como turista, con el plan de quedarse ilegalmente un tiempo. En el hotel donde se hospedó conoció a una persona a quien le preguntó si conocía algún trabajo o apartamento para arrendar, pues el dinero que traía solo le alcanzaba para vivir dos meses. “Un día platicando, me explicó que si yo no quería regresar, me podía quedar, porque aquí había la oportunidad de decir cualquier cosa, incluso mi situación de homosexual en México y me gustó mucho la idea”.
Cuando fue a la oficina de Ciudadanía e Inmigración Canadá a solicitar el refugio le dieron una serie de papeles y como no hablaba ni inglés ni francés, buscó ayuda en una institución llamada Hola que es latina y protege los derechos de los gays, allí le llevaron con un abogado quien le completó todos los documentos y le explicó cómo era el proceso legal.
La triste realidad.
La versión que David presentó en su PIF o Formato de Información personal fue la siguiente: En diciembre de 2005 trabajaba como custodio en una empresa de valores en Querétaro. Después de una fiesta su patrón se ofreció a llevarlo a su casa y tuvieron una relación sexual. Luego de unos encuentros esporádicos, David trató de buscarlo de nuevo y su jefe pensó que quería pedirle algo a cambio, pues él era un hombre casado, con hijos y deseaba mantener las apariencias, por eso lo mandó a golpear brutalmente con sus guardaespaldas tanto que lo mandaron al hospital. Como la empresa tiene muchas sucursales en México y su jefe es un hombre muy poderoso, una vez se recuperó de sus heridas, David afirmó que su jefe lo empezó a perseguir, pues quería acabar con su vida. Dijo que nunca acudió a la policía por el grado de corrupción que existe en esta institución sumado a la homofobia de muchos de sus miembros.
Las pruebas de David consistieron en un certificado del Seguro Social de Querétaro que probaba su hospitalización por tres días y las heridas que sufrió, unas fotos de una fiesta en donde aparece vestido de mujer con otros amigos, y recortes recientes de una noticia del 2006 en donde miembros de la policía mejicana detuvieron ilegalmente a varios jóvenes de su ciudad y los violaron.
“El juez me dijo en la audiencia que creía en mi historia, pero como nunca denuncié ese hecho me negaron el refugio, a pesar que le expliqué varias veces que los organismos que protegen a los homosexuales están en el Distrito Federal, como a tres horas de camino, que allá no conozco a nadie y es muy peligroso”, añade David al tiempo que explica que Querétaro es un pueblo en donde no se puede hacer siquiera una marcha gay, la intolerancia es total, hay muchas agresiones e insultos, la policía insulta o arresta por nada. Muy diferente a Montreal, donde puede caminar por la calle con su pareja de la mano.
Luego de perder la demanda de refugio en la audiencia, su abogada le explicó que la apelación le costaría 1.500 dólares y si aplicaba a la ayuda humanitaria como último recurso serían otros mil dólares más, esto sin contar los otros 800 dólares de la audiencia. Como es supervisor de un invernadero y su trabajo es declarado no tiene derecho a la ayuda social ni jurídica. En vista que no podía pagar los gastos legales acudió al ERAR que es un recurso que antecede la deportación. Seis meses después el resultado fue el mismo, esta vez le dieron un día y una hora para abandonar el país.
Su amigo que le aconsejó en todo, obtuvo su refugio argumentando que tenía problemas con un tío muy poderoso, que su vida corría peligro porque su pariente era un narcotraficante. A David le dijo, tú llegas y por ser homosexual solamente te dan el refugio, nadie le explicó lo de la audiencia, ni las pruebas, ni nada. “El abogado, que es de Guatemala fue muy breve, luego mi amigo me recomendó que cambiara de abogada porque a él ya lo habían aprobado y ella que es latina también, me representó en la audiencia, pero no tuve suerte”. Afirma.
Para volver a Canadá, David deberá pedirle perdón a la Corona en la Embajada de Canadá en México y solo si el perdón es otorgado puede regresar como turista. El día que se haga efectiva su deportación, estará acompañado por agentes de inmigración y solo cuando den la orden de abordar el avión, se le entregará su pasaporte. Su destino es Ciudad de Juárez a donde un amigo que conoció por Internet, desde allá quiere solicitar la residencia permanente.
David sabe que no habrá una fiesta de bienvenida, hace tiempo perdió su familia por su condición de homosexual. Se siente agradecido pues en Montreal recibió mucho apoyo y no fue discriminado, estudió francés en el programa de francisación de la Comisión Escolar y encontró el amor. Su pareja es un quebequense que afronta ahora un problema mayor, pues es portador de VIH. “Yo lo quiero mucho, él no quiere que me vaya, pero no puedo quedarme de ilegal, además si algo le llegara a pasar por su enfermedad, me quedaría desprotegido. Ya le propuse que nos casáramos para estar juntos, pero esa conversación está pendiente”.
Los colombianos son los más afectados
Richard Goldman es Coordinador del Comité de ayuda a los refugiados (CAR) y representa al Consejo Canadiense de Refugiados (CCR) en Montreal, el cual es un organismo sin ánimo de lucro creado desde 1978, considerado como el portavoz principal de los derechos de los refugiados en Canadá.
N. G: ¿Qué opina sobre los posibles fraudes en la Embajada de Canadá en Bogotá relacionado con el trámite de visas o solicitudes del estatuto de refugio?
RICHARD GOLDMAN: No tengo una fuente de información distinta al programa de televisión que vi en Radio Canadá, que básicamente dice que hay algunas denuncias de corrupción, pues ciertas personas estarían beneficiando a otras, otorgándoles visas por dinero o favores. Si esto es cierto, es extremamente lamentable, pues nosotros sabemos que Colombia es uno de los peores países para los Derechos Humanos y hay muchos colombianos que necesitan la protección de Canadá. De hecho, saber que la Embajada no pueda tener la capacidad para ofrecer sus servicios o haya disminuido su capacidad porque ha perdido la confianza en las organizaciones no gubernamentales, es algo muy desafortunado. Pero no puedo agregar nada más porque no sé qué esté pasando con la investigación, pero reitero que es muy lamentable que la capacidad de de la Embajada esté restringida para muchos colombianos que necesitan la protección de Canadá.
N.G ¿Qué opina del tráfico de refugiados ilegales colombianos que llegan a la frontera de Canadá provenientes de Estados Unidos?
RG. Nosotros entendemos lo difícil de la situación en Colombia, en donde existe una guerra civil desde hace décadas, sabemos el número de personas que han sido asesinadas o han dejado el país debido a la violencia, es por eso que nos parece lamentable que en diciembre de 2004 Canadá haya firmado el Acuerdo de Seguridad con Estados Unidos (The Usa – Canada Safer Country Agreement) -, que evita que casi todos los refugiados que estén en ese país puedan entrar a la frontera canadiense para solicitar el estatuto de refugio.
N.G¿De qué manera afecta este Acuerdo a Colombia?
RG. Creo que los colombianos se ven especialmente afectados, porque es uno de los países cuya única manera de llegar a Canadá es a través de los Estados Unidos. Por ejemplo los mejicanos no necesitan de una visa para ingresar, pero para los colombianos es casi imposible obtener una visa, tienen que pasar primero por Estados Unidos y desde el 2004 ellos no pueden entrar legalmente a nuestro país para solicitar el asilo. La CCR está protestando por este acuerdo, pues nos parece supremamente injusto y el grupo más afectado son los colombianos.
Hay excepciones con algunos países con los cuales Canadá ha suspendido sus restricciones como Haiti, por ejemplo los haitianos pueden llegar a la frontera canadiense y pedir su asilo incluso si han estado viviendo en Norteamérica por varios años, al llegar a la frontera se les permite el ingreso, aunque no significa que vayan a obtener el refugio, pero al menos tienen la opción, mientras que los colombianos no.
Además nosotros creemos que Canadá debería suspender esa restricción a Colombia, porque la situación es tan peligrosa como en otros países donde ya se suspendieron, para nosotros Haití y Colombia deberían tener el mismo tratamiento. Sin embargo, Canadá sigue devolviendo gente a Colombia, que no está en la lista como Haiti, Afganistán o Iraq. Es innegable que Colombia ha sido afectado notablemente con este acuerdo y para los colombianos no es posible ingresar legalmente, la única manera es obtener una visa como turista, estudiante o si logran cumplir con una de las excepciones del Acuerdo que consiste en tener algún miembro de su familia en Canadá, que podrían ser los esposos, padres, hijos, e incluso va más allá pues cobija a los abuelos, nietos, sobrinos o sobrinas. Si este requisito se cumple pueden ingresar, pero la mayoría de la gente no tiene parientes en este país, solo un porcentaje muy reducido.
N.G ¿Cómo están llegando la mayoría de refugiados a Canadá actualmente?
RG. En estos momentos la manera más común para entrar es ilegal, como se ha hecho por mucho tiempo en la frontera de Estados Unidos, pasando por trincheras, tomando riesgos y hasta arriesgando la vida. Sin embargo, lo extraño de este Acuerdo y lo que mucha gente no entiende, es que una vez que un colombiano ingresa ilegalmente, así sea arrestado dentro de la frontera canadiense o se presente como pueda a una Oficina de Inmigración de Canadá, legalmente ellos pueden solicitar su estatus de refugiado. Es un acuerdo ambiguo, que solo se aplica en los límites de la frontera porque si logran entrar al país así sea por Toronto, Montreal o Vancouver, pueden hacer su solicitud como lo haría cualquier haitiano o mexicano.
N.G ¿Pero si logran ser aceptados?
R.G. La tasa de aceptación de estos colombianos que logran entrar ilegalmente y solicitan el refugio es de un 80%, mientras que en Estados Unidos es aproximadamente 20 o 30%., aunque no tenemos las estadísticas oficiales. Finalmente, creo que este Acuerdo tiene un impacto muy negativo en la comunidad colombiana, yo recibo llamadas todos los días de gente que está en Estados Unidos, la mayoría haitianos, mejicanos, colombianos y todos tienen miedo de ser encarcelados en la frontera canadiense otros están asustados y quieren información de cómo llegar a la frontera, pues quieren salir rápidamente de Estados Unidos y nuestra respuesta siempre es menos alentadora para los colombianos, peruanos, guatemaltecos o salvadoreños que finalmente , toman el riesgo porque en la mayoría de los casos no tienen parientes en Canadá.
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