Collarito, el guardián de la Sierra Nevada
La sombra que dan las palmas, helechos e inmensas guaduas hacen que el sendero que conduce a Pozo Azúl en Minca
sea el punto ideal para un encuentro perfecto con la naturaleza. Parece como si cada rama de estos árboles recibiera con chorros de aire puro a los admiradores del antiguo asentamiento a los indios Tayronas. Sus ojos se desviven siguiendo el aleteo de exóticas mariposas, mientras que sus oídos se arrullan con el imponente sonido que producen los micos, venados, armadillos y pájaros… Algo que supera la magia del más moderno audífono bluetooth de manos libres.
Esta ruta ecológica y cafetera, bañada por aguas frías y cristalinas, recibe a diario un promedio de 350 turistas en temporada baja, que se convierten en 1.000 durante los periodos de vacaciones. Todos llegan en tour a descubrir por qué la Sierra Nevada de Santa Marta fue declarada ‘Reserva del Hombre y de la Biosfera” por la Unesco, y a conocer la historia del aventurero español Juan de Minca, quien fue pionero en la siembra del café en estas tierras. En medio de la multitud se distingue, por su paso apresurado, el guía ‘Collarito’ acompañado por su grupo, quien sigue atento la narración de su guía.
Jairo Carrillo Montañez conocido en la región como ‘Collarito’, ha trabajado toda su vida en turismo. Es graduado del Sena y conoce como la palma de su mano este sendero. Todos los días hace el ritual de imponer una investidura a un miembro de su grupo para que sea madrina o padrino ecológico de la jornada, y para ello les da un báculo como signo de autoridad y les pone un turbante en la cabeza para que se distingan como referentes de la preservación del medio ambiente. Si nadie acepta el reto, entonces él mismo lo asume.
Sin embargo, turistas de México, República Dominicana, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Chile, Bolivia y Alemania han asumido la tarea de cargar bolsas plásticas durante todo el trayecto e ir recolectando residuos que van desde botellas plásticas o de vidrio, latas de cervezas, zapatos, chanclas, hasta pañales desechables. Al final de la jornada se depositan en la basura para ser reciclados y, como premio, ‘Collarito’ les hace un video con las imágenes más destacadas de su ardua jornada.
Este blog tuvo la oportunidad de conversar con ‘Collarito’ sobre su labor y esto fue lo que nos dijo:
Collarito: ¿cómo nació esta iniciativa?
Esto arrancó el año pasado, en febrero, al iniciar mi labor como guía para el atractivo de Pozo Azul. Estando allí me encontré con muchos residuos en el área, que los mismos turistas dejaban abandonados. Comencé a llevar bolsas en mi morral para recoger todo cuanto encontraba a mi paso, pero al ver que eran los mismos visitantes quienes dejaban tanta mugre, decidí que con mi propio grupo de turistas haríamos la diferencia demostrándole a los demás su baja cultura ambiental. El primer padrino en aceptar el reto fue un joven uruguayo.
¿Cómo recibieron los demás visitantes a los padrinos ecológicos?
Cuando comencé la tarea fue muy duro, porque a nadie le gusta que le llamen la atención en público por su mal comportamiento. Tuve que hacerlo con mucha decisión, pero a pesar de que hay muchas personas indolentes con el medio ambiente y con este hermoso ecosistema, he visto una leve mejoría.
¿Y sus colegas imitan su ejemplo?
Aparentemente elogian mi labor, pero no la practican a pesar de que se los he sugerido en muchas ocasiones.
¿Quiénes son más aconductados, los colombianos o los turistas que vienen del exterior?
En realidad, los extranjeros son más respetuosos con el medio ambiente.
¿Por qué cree que hay tanta indiferencia?
Existen varios factores. La falta de educación en el seno del hogar, por parte de la academia, de la institucionalidad y de las políticas de sensibilización del Gobierno. No hay inversión pública, además noto la ausencia por parte de Corpamag, que es el ente encargado de administrar el medio ambiente y propender por el desarrollo sostenible del Magdalena.
¿Qué ha sido lo más difícil de esta tarea?
La baja cultura de todos, en general, en manejo ambiental. Tanto guías, como “turistas”, transeúntes, así como las comunidades receptoras de turismo que carecen de sentido de pertenencia por un producto que hoy se perfila con un gran potencial para el futuro económico de sus respectivas comunidades.
¿Cuál es el panorama en Minca?
No hay un control en el desarrollo turístico, lo cual motiva el mal uso de los ecosistemas por la presencia de personas inescrupulosas que llevan muchos productos, lo que se traduce en impacto ambiental, pues estos terminan en el monte y en el río. Cualquier residente tala por donde quiere, y sin permisos legales va construyendo viviendas en concreto sin ningún escrúpulo ecológico. Las motos circulan desmedidamente y surgen negocios a la vera del camino sin cumplir con los criterios ambientales del lugar. Pero lo más cruel es que tenemos entes territoriales, así como funcionarios públicos que brillan por ausencia, no hacen presencia en estas áreas y cuando llegan, lo hacen en carros elegantes y con vestimentas que no corresponden al oficio que les asiste.
Vi tallos de árboles marcados ¿por qué se da eso?
Las plantas tienen su corteza como protección, así como nosotros tenemos piel. Entonces, si nos arrancan la piel sufrimos, porque es la encargada de ventilar nuestro cuerpo y cumple con muchas funciones más, si la quitamos de nuestro cuerpo intoxicado, nos morimos. Asimismo, las plantas morirán si las laceramos de este modo. En el sendero de Minca, la guadua, por ejemplo, es una planta que muestra laceraciones hechas por irresponsables que desconocen cómo le sirve con la creación de la humedad al equilibrio a este ecosistema, porque este es un bosque húmedo tropical.
Por último, ¿qué mensaje quiere darle a quienes planean venir a Minca?
A las autoridades departamentales, distritales y nacionales, que hagan más presencia institucional en Minca y regulen la capacidad de carga. Que en el plan de desarrollo departamental se tenga en cuenta el manejo ambiental, así como se hace en otros países, o en otras regiones del país. Es necesario implementar una estrategia, incluir un rubro destinado a los inspectores debidamente capacitados y fortalecer los lazos con la policía de turismo.
Igualmente, meter en cintura a todo aquel que atente contra la naturaleza con sus malos modales, prohibir el acceso de botellas, plásticos, icopores o latas de cerveza. Así mismo, entregar a cada guía una bolsa ecológica (porque las hay), para que seamos la columna vertebral, encargada de sensibilizar a los turistas. Y también, controlar el tráfico de motocicletas.
Fotos: Collarito- Archivos Ngnecco
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