Angela Calle: Quiero pintar una mujer luchadora
Las paredes de la casa de Ángela Calle anuncian al visitante más desprevenido su encuentro con el color.Cada rincón transmite un mensaje diferente: la fuerza del azul, la alegría del naranja, el equilibrio del blanco, la nostalgia del verde, el brillo del cobre…Es un verdadero viaje al arte, desde los pequeños retratos de Frida Kalo, colocados pretenciosamente en espacios reducidos, la secuencia burlesca de un mismo rostro que refleja los distintos estados de ánimo de su creador y amigo, Memo Vélez, hasta tropezar con esa mirada ausente de las mujeres que pinta esta artista colombiana.
“Desde que estaba en el colegio me gustaba dibujar y un día gané un concurso de pintura aunque creía que lo hacía horrible, pero desde allí me di cuenta cuál era mi camino. Recuerdo que me llamaba la atención en esa época, la obra de Alejandro Obregón y por supuesto la de mi hermano Jesús, porque lo he visto pintar desde que tenía cinco años”, afirma Ángela. Su voz es suave, muy acorde con su mediana estatura, aunque opuesta a la fuerza y versatilidad de sus obras. Estudió arte en Pereira, en donde también se dedicó a la escultura, prueba de ello es la imponente bailarina que está en la entrada del edificio Portal de Pinares en su tierra natal.
A raíz de su viaje a la Habana, Ángela decidió venir a Montreal. “Resulta que con mi amigo; Juan Jiménez, hicimos una promesa en Cuba, que el primero que lograra hacer algo en el exterior, se llevaría al otro. Ahora él está en Nueva York, pero en 1999 me invitó a una exposición aquí para la apertura de una galería en el “Marché Bonsecours” y me recibieron muy bien en esta ciudad. La mayoría de mis exposiciones han sido colectivas, incluso una fue con ayuda del Consulado de Colombia”.
Mutismo, sutileza y equilibrio.
Ángela ha expuesto siempre con artistas latinos, sin embargo reconoce que ha tenido una acogida muy buena por parte de los quebequenses, además su obra es apetecida por clientes del Japón, la India y la China. “Trabajo mucho la parte femenina quiero resaltar la grandeza de la mujer a nivel espiritual, ofrecer mucha tranquilidad, pienso que tenemos tanta violencia en Colombia, que siempre he querido refrescar ese tema de la violencia con mi trabajo, nunca olvido que a una amiga la secuestró la guerrilla y por no pagar el rescate a tiempo la asesinaron, eso me afectó mucho. Por eso quiero plasmar una mujer luchadora en la búsqueda de nuevos proyectos, a lo mejor reflejo una mujer solitaria, incluso triste, pero no es así, hacia el exterior mi interés es mostrar algo bello.
Muchas personas miran sus cuadros y se asombran porque le gustan los colores fuertes, muestra el contraste entre el naranja y el azul, también le gusta el color tierra, los tonos cálidos, a través del color le da vida a la alegría, porque en Canadá hay mucha soledad. Además cuando hizo su tesis trabajó con el concepto de tierra, agua y fuego, para mantener elementos fuertes dentro de la naturaleza. Ella refleja el color con figuras un poco abstractas, pero que tienen que ver con el agua, la tierra, el cobre, oro, plata, le da ese terminado a sus cuadros, con tonalidades brillantes del color plata, luego lo mezcla con azul… el resultado son unos tonos interesantes”.
Colombia sigue presente en la vida de esta artista, empezando por la gastronomía de su región, porque nunca deja de lado sus frijoles con arepa, la música, porque le encanta Shakira y a su familia la lleva en el corazón. “Es gracioso, todo el mundo dice que mi hermano Jesús influye mucho en mi trabajo, hemos estado separados por varios años y cuando regreso a mi país veo muchas cosas parecidas en su obra, lo cual no me parece extraño, porque uno en la vida busca siempre elementos de las cosas que ya están hechas, eso te da inspiración, es una forma de engrandecer el trabajo”. Asegura la artista pereirana.
Fue mediante esa búsqueda continua que Ángela logró su primera exposición internacional cuando viajo a Suiza hace diez años con la fundación para niños pobres llamada ‘Moi pour Toi” que además tienen una galería en Pereira. “Fue una época en donde no hablaba francés, una invitación sorpresa de estos amigos suizos, yo era una novata, pero las criticas fueron muy buenas. Regresé en el 2004 a dos exposiciones en otras dos ciudades, y me sentí más segura, ya hablo francés, la gente es muy querida, hay un aprecio inmenso por el artista, al igual que aquí en Canadá.
Fotos: Angela Calle.
Agradecimientos: Luz Marina bedoya
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