Lalo Gnecco: Me gusta el vallenato auténtico
En medio de cantos, aplausos y notas melodiosas que emanaban de los conjuntos vallenatos más ilustres de Valledupar, creció Lalo Gnecco. Desde muy niño se quedaba embobado viendo a los acordeoneros que desfilaban por las parrandas que organizaban su padre y su abuelo, quienes sin saberlo fueron alimentando su pasión por el folklor, una pasión que lo ha convertido en un artista empírico respetado por cantantes de la talla de Jorge Oñate, Pocho Zuleta, Silvestre Dangond y Peter Manjarres.
José Eduardo Gnecco Zuleta, tuvo su prueba de fuego a sus 17 años: Acompañar a Poncho Zuleta . Era la segunda vez que se enfrentaba al público en una tarima, pero sus nervios fueron desplazados por la emoción de poder estar a la altura de los hermanos Zuleta e interpretar con maestría las alegres notas de La Creciente del Cesar. Semejante reto solo se compara a presentarse en la tarima Francisco el Hombre ante un jurado calificador, por eso es un momento especial en su vida, Poncho cantaba, mientras Emilianito le decía cosas al odio. La cara de satisfacción de los Zuleta sumado a los versos de felicitación a su padre, Lucas Gnecco, fueron el resultado de la evaluación.
Cuando le pregunto a Lalo cómo fueron sus inicios sonríe con timidez y me dice: “ Como a los cinco años, el Turco Gil fue a mi casa porque un amigo de mi papá me había regalado un acordeón y apenas había sacado la melodía de “la piña madura” o algo así. Recuerdo que el Turco volvió varias veces y me enseñó una escala y la canción Luna Sanjuanera, era la primera vez que tocaba con caja y guacharaca. De ahí en adelante aprendí por oído, por necesidad, acariciando el acordeón”.
El colegio no estuvo exento de ver sus primeros pinitos, pues era integrante de un conjunto vallenato con varios estudiantes, pero aún no dominaba el instrumento, todo lo hacía por puro oído y el Turco fue su único tutor. “Cuando me gradué de bachiller, fui a estudiar inglés a Estados Unidos, me mudé a Tallahassee y allá practicaba todos los días, luego viví en Gainesville Florida, donde tocaba a veces en los bares con quien ahora es el bajista de Peter Manjarres, también con Carlos Mario Olivella, de El Ciclón” .
Tiempo después de haberse graduado en Estados Unidos, Lalo regresó a Colombia con el sueño de estar algún día a un estudio de grabación, pues desde temprana edad acompañaba a Jorge Oñate a grabar sus canciones. Uno de los más sorprendidos por esta iniciativa fue el Turco Gil, quien desconocía el nivel que había logrado su fugaz pupilo estando en el exterior, de manera autónoma.
Un sueño hecho realidad.
Lalo confiesa que siempre ha sido curioso y gracias a esa curiosidad innata, a su admiración por el folklore, por los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Alfredo Gutiérrez, se hizo realidad su anhelo de estar en una cabina y grabar su propio CD. Fue así como gracias a la familiaridad que existe con Jorge Oñate y a la amistad que lo une a varios artistas, pudo reunir en un solo trabajo discográfico siete canciones con algunos de los grandes exponentes de la música vallenata como Peter Manjarres, Silvestre Dangond, Pello Osorio y por supuesto el jilguero Jorge Oñate.
Al recordar esta experiencia, no disimula su entusiasmo: “Me dio mucha satisfacción esta producción, grabé dos canciones con Silvestre una reencauchada y la otra inédita, con Oñate “Campos Florecidos” con unos arreglos modernos y otra inédita. Con Peter fue muy curioso, grabamos en el apartamento de un amigo, porque apenas se descubrían nuevas aplicaciones tecnológicas como grabar desde en un computador, el mismo Peter Manjares tocó la caja. Después de eso, me fui al estudio con Jorge Oñate, Silvestre y Pello Osorio hermano del negrito Osorio”.
Las copias del CD fueron limitadas y distribuidas en la familia, pero a pesar de no tener grandes pretensiones, de asumir siempre una actitud humilde, los amigos de Lalo siempre le han reconocido su don gentes y su increíble talento. Su CD tuvo impacto y se conoció en el medio artístico, por eso no le faltaron invitaciones para tocar el acordeón. Fue así como le propusieron participar en el homenaje al compositor Carlos Huertas y al Papa Pastor, bajista de Carlos Vives. “Tocamos dos canciones en la televisión, fue muy buena experiencia, pues en realidad mi carrera artística ha sido más como una pasión por el vallenato, un hobby, nunca me he dedicado de lleno”.
No me interesa competir.
El Festival Vallenato es un evento que no pasa desapercibido en la vida de mi primo. Muchos de sus amigos acordeoneros compiten por ser Reyes Vallenatos. Ante la sugerencia que le han hecho de participar, él tiene sus razones para no hacerlo: “Sé que soy capaz de lograrlo, de pasar a las últimas rondas, porque en cinco meses de práctica se puede adquirir un buen nivel, sin embargo para mí la manera de calificar a los acordeoneros no mide mucho el talento. Con todo respeto el festival debería cambiar ese método, hacerlo por sorteo, dejar todo igual hasta la primera ronda, pero como son cinco acordeoneros finalistas, deberían escoger en una urna, el paseo o la puya que se vaya a interpretar”.
Lalo cree que sería más meritorio que en lugar de pasar cuatro días tocando las mismas canciones , la misma rutina, se seleccionaran veinte temas, sea de merengue, puya, son o paseo, para que el artista se vea obligado a dar lo mejor de sí mismo. “Un acordeonero como el Pollito Herrera no es mejor que Alfredo Gutiérrez. Resulta que Herrera le ganó a Gutiérrez, después el Pollito se presenta varias veces a la misma competencia y se lo han ganado acordeoneros muy inferiores a Alfredo Gutiérrez. Eso es inexplicable”.
En cuanto a la controversia sobre la creación de eventos gratuitos durante el Festival Vallenato, Gnecco considera que la mayoría de los eventos cobran, pues los empresarios que apoyan al festival tienen una motivación económica. Sin embargo hace una sugerencia : “Podrían hacer un evento auspiciado por otra Fundación, que sea gratis, para presentar los mejores acordeoneros o algo así, porque la verdad es que en el Parque de la Leyenda Vallenata los costos son demasiados altos y muchas personas no tienen acceso a los espectáculos internacionales”.
Matilde Lina sigue siendo tradicional.
En unas semanas, Silvestre Dangond tiene presentaciones en Nueva York y en la ciudad de Quebec en Canadá, para alguien que vive al día con las noticias del vallenato, como es Lalo, el vallenato a nivel internacional no esta tan activo como muchos pensamos. “Creo que en estos momentos está estancado, me parece que no ha avanzado como debería, ha perdido impulso, nos falta demasiada proyección para mantener su presencia. Después de Carlos Vives y Jorgito Celedón no veo tanto auge o demanda en el extranjero y el vallenato es un ritmo muy importante, es para que estuviera mucho más posicionado”.
Mantener el interés en el vallenato es una tarea dispendiosa, de alguna manera Lalo lo ha experimentado pues forma parte del grupo de jóvenes costeños que inauguraron el bar Matilde Lina. “Nos gusta ir allá, a veces me presento por la noches y hay varios cantantes y acordeoneros entre los socios, a todos nos gusta el folklore vallenato. Creo que ha tenido auge por eso, además el ambiente es muy agradable, tiene una banda muy chévere, por eso se ha mantenido, lo cual es difícil en Bogotá. Tuvimos a Gustavo Gutiérrez, el 14 de mayo se presenta Diomedes Díaz, se ha presentado Leandro Díaz, nos hemos mantenido vigentes porque no hemos perdido la esencia”.
Al hablar de la esencia vallenata, Lalo se apresura a decir que le gusta siempre el vallenato auténtico y tradicional. “Obviamente con una tendencia moderna y me refiero a la tecnología, los sonidos, porque ahora Peter , Silvestre , todos quieren estar más en la era de los 90, ya ese boom de Nueva Ola ha pasado, toda esa música de letras que no llenan, no perduran, la gente quiere dejar huella, superar lo que hicieron Rafael Orozco, Los Zuleta, Diomedes y es muy difícil. Hay canciones juveniles que gustan, pero se escuchan tres meses y ya, pasan de moda. Puedes escuchar de Silvestre Dangond una canción bonita como “Blanco y Negro” y siempre a la gente le va a gustar”.
Un cantante auténtico que domine el vallenato clásico, es el compañero ideal para Lalo. “Algunos modernos pierden esa esencia, la tendencia de varios músicos nuevos es tocar muy rápido, no dejan apreciar. Pienso que la nueva generación debería aprender a escuchar primero lo autentico, lo clásico, las rutinas, y no saltar a Felipe Peláez, porque esas canciones no son las mejores para aprender a tocar acordeón, eso viene después con la práctica y las fusiones. Para no salirse de las raíces lo ideal es seguir a Luis Enrique Martínez, el padre del acordeón, una escuela muy buena.
Quiero grabar una canción dedicada a Dios.
La vena musical de Lalo le llega por Alfredo Gutiérrez y los hermanos López, por parte de su mamá, por eso él siente que no improvisa, lo lleva en la sangre. “Mi canción preferida es una que grabó Alfredo Gutiérrez, llamada “La Estrella” con esa pieza le ganó Julián Rojas en 1991 a Juancho Rois, en el Festival Vallenato. El autor es Juan Muñoz, yo la grabé con Peter Manjares. Y mi cantante preferido (ambos reíamos al tiempo) es ¡ Jorge, Oñate, Jorge Oñate, Jorge Oñate, después Silvestre! “
Al mencionar sus acordeoneros preferidos, Lalo trata de hacer su mejor esfuerzo para no dejar a nadie por fuera: “ Alfredo Gutiérrez, Luis E Martínez, Álvaro López, el Cocha Molina, Juancho Rois, Julián Rojas, Emiliano Zuleta. Luis Enrique Martínez, es el pionero del acordeón, pero el verdadero gestor de cambios fue Juancho Rois, por su creatividad ha dividió la historia del vallenato en dos. Recuerdo que todo el mundo quería imitarlo a comienzos del 2000”.
Una parranda, un cumpleaños, una manifestación política, cualquier espacio donde Lalo es invitado a tocar es el sitio perfecto para improvisar sus pases vallenatos en el acordeón. “ Esos pases, son rutinarios de los hermanos López, cosas que he tomado y las convierto, muy parecido a ese estilo, los voy mejorando, modernizando. El acordeón es de mucha dedicación, para tocar excelente hay que dedicarle mínimo dos horas diarias, es un instrumento complejo”.
Contrario a lo que Silvestre dijo una vez en una parranada, que Lalo tocaba el acordeón porque no le gusta la política, hoy el panorama es distinto. “No descarto la política, me gustaría incursionar en ese campo, porque mi papá ha dejado un legado y quiero continuarlo. Cuando se lanzó mi hermano José Alfredo a la Cámara de Representantes, salí tocando el jingle del video y creían que el candidato era yo. Fue mi idea reencauchar el mismo tema que había usado mi papá para su campaña a la Gobernación, porque le sentía mucha fuerza a pesar que habían pasado tantos años. Yo estuve en ese cierre de campaña, allí toqué una canción con Rafael Santos, cuando apenas comenzaba. . El original era Jorge Oñate y el Cocha Molina, pero lo grabé con unas variaciones, con Oñate y salió muy bien.
Los planes futuros de Lalo no dejan de lado su pasión por la música, tiene proyectos para grabar otro CD acompañado de voces vallenatas amigas y uno de sus grandes retos es encontrar un compositor que haya escrito una canción de agradecimiento a Dios. “ Existen tantos temas en el vallenato, pero nunca vemos que la gente se tome dos minutos para pensar en todas las bendiciones que tenemos y por eso quiero grabar una canción que tenga una letra que perdure, que sea en honor a Dios”.
Fotos: Lalo Gnecco
Agardecimientos: Pipe Gnecco
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