¿Fiebre de acordeón en la generación Y?
Contrario a lo que pensaba, los jóvenes nacidos 1981 y 2000 o más conocidos como generación “Y”, no solo viven enchufados chateando con su BB X-Box, o Play Station 3. Esta grata sorpresa la descubrí gracias a mi sobrino Jorge Felipe Gnecco Varon, quien sin dejar de honrar a su generación pues obviamente es un duro con los juegos de video, tiene en un lugar muy privilegiado de su habitación, dos acordeones marca Honner.
Su amor por la música vallenata, sus deseos de tocar bien el acordeón e incluso de interpretarla, me animaron a conocer un poco más sobre esta afición que existe en los adolescentes, que cada día invade más las aulas de colegios en Colombia. Atrás quedó la idea de los papás de antes que pensaban que sus hijos solo podían tener éxito si eran doctores, los progenitores de la generación Y apoyan el talento de sus hijos, por eso ser un artista ya no se considera como un “vicho raro”. La imagen del acordeonero también ha cambiado mucho, ya no son esos señores algo ermitaños, con una enorme barriga, ahora los virtuosos del acordeón son extrovertidos, con manejo escénico increíble y vestidos a la última moda. En otras palabras ser acordeonero se volvió muy “in”.
Jorge Felipe, a quien todos llamamos Pipe, estudia en el Bureche School toma clases con el profesor Carmelo Gutiérrez, quien interpreta la caja, el acordeón, la guacharaca y los timbales. Sus estudios comenzaron desde que tenía seis años de edad, aunque interrumpió un tiempo pues su primer maestro se mudo a Bucaramanga, sin embargo, gracias a su amigo Orlando Cabrera, quien también toca acordeón, pudo contactar a Gutiérrez y reiniciar sus clases.
“En mi colegio tenemos varias clases electivas de música, hay de batería, bajo, guitarra, piano pero yo preferí el acordeón, quizás porque siempre oía a mi papá escuchando vallenatos, entonces me gustó esa música y mis acordeoneros preferidos son Juancho Rois, Rolando Ochoa y Sergio Luis Rodríguez”. Asegura convencido Jorge Felipe.
A sus 14 años, mi sobrino confiesa que le gusta tocar acordeón como hobbie, pero no ha pensado aún en dedicarse a esto como si fuera su futuro profesional. “Quiero interpretar el acordeón lo como los profesionales, pero me gustaría ir a estudiar a la universidad una carrera. Yo participé en el 2009 en Talent Show del Bureche , el cual se realiza anualmente y tuve la oportunidad de presentarme con un grupo de compañeros de mi curso, en ese momento yo canté “El Mejoral” y mi amigo Orlando Cabrera tocó el acordeón y Jairo Neira tocó la caja”. Cuenta Pipe con orgullo.
Si bien al principio él consideraba que el vallenato era para los adultos, con el bum que tuvo la nueva ola vallenata , compuesta por jóvenes talentosos como Kalet Morales (q.ep); Luis Fernando Cuello, Silvestre Dangond, Peter Manjarres, Felipe Pelaez, entre otros, su percepción cambió y fue así como se sumó a la fiebre del vallenato junto a varios compañeros de su edad. Jorge recibe a su profesor tres veces por semana y cada clase tiene una duración de dos horas, incluso estando en vacaciones se dedica juiciosamente a sus clases de acordeón. “Creo que lo que más se me facilita es componer canciones, hacer la letra la melodía, improvisar, escuchar canciones y repetirlas en acordeón es fácil, pero lo más difícil para mí es incorporar el bajo… Bueno con la práctica siento que cada día lo hago mejor”. Dice con timidez.
Jorge asegura que por ahora sus presentaciones se limitan más a eventos familiares, como el día de las madres, el cumpleaños de su papá donde interpretó El Cordobes , o fiestas de sus amigos, pero cuando le dan una oportunidad, no duda en robarse un micrófono, una vez en un cumpleaños de una de sus tías, le quitó el turno al hijo Diomedes, el gran Martin Elías, y cantó ‘Gracias a Dios” con el acordeonero Rolando Ochoa.
Pero tal parece que esa audacia no la quiere usar en las competencias. “ He ido a dos festivales vallenatos, pero a mí no me llama la atención competir así, porque no es lo mismo, a veces creo que gana el que menos debe ganar, no sé. Un amigo compitió por el Magdalena y era obvio que ganaba pero al final tuvimos una derrota y no me pareció que el jurado fuera justo. Además es mucho estrés”.
Como es natural, la mayoría de amigas de Pipe se mueren por el Regeton, de hecho no dejan de haber algunas risitas y burlas cuando lo ven con sus amigos escuchando vallenatos a todo volumen en sus Ipods, pero existe una complicidad enorme y ellas son las primeras en apoyar sus compañeros de clase. “Otro amigo, Nicolás Solano también era bueno tocando el acordeón pero sus padres se fueron del país y ahora lo extrañamos mucho. “Yo no me aburro tocando mi acordeón, puedo componer canciones, me entretengo muchísimo y creo que es algo bueno como pasatiempo. Mis cantantes vallenatos preferidos son Silvestre Dangond y Jorge Oñate, el año pasado tuve la oportunidad que me escuchara en una finca tocando el acordeón y creo que me fue bien, me dio algunos consejos”. Puntualiza sonriendo.
El acordeón hace parte de nuestra cultura.
Para Lolita Acosta, directora de la Fundación de Reyes y Juglares Vallenatos la afición de los jóvenes de la generación Y es apenas obvio, ella considera que el hecho que el acordeón sea un instrumento musical apetecido ahora en los colegios es un reajuste en los programas académicos de cada institución, para asumir una pertenencia cultural en torno al acordeón.
Desde Valledupar, Lolita accedió a intercambiar algunas ideas conmigo. “Aunque el acordeón no sea un instrumento autóctono, hace parte de nuestra cultura y ahora también existe un marcado interés por interpretar instrumentos propios de los indígenas como la flauta de carrizo.” Asegura una de las personas más reconocidas en Colombia por de difundir la cultura vallenata.
Cuando le pregunto a Lolita a qué cree ella que se deba el hecho que las nuevas generaciones no dejen de lado la música vallenata, me dice inmediatamente: “Principalmente a la gran difusión y apoyo en medios de comunicación. Existe una gran cantidad de conjuntos, se habla de ellos en la prensa, hemos ganado Grammy y básicamente hay un reconocimiento a nuestra música. Asimismo, Valledupar es el epicentro de la música vallenata , eso influye en la juventud enormemente, es algo que experimenta, cada generación. Recuerdo que en mi juventud, por ejemplo yo cantaba Rock and Roll en el Club del Clan, en radio teatro Guatapuri, bailábamos esa música pero nunca le perdimos el amor a lo nuestro, el gusto continua y se actualiza, el gran valor de los clásicos permanece de generación en generación.”
A pesar que el regeton ha invadido los gustos musicales de los jóvenes, Lolita ha constatado que muchos siguen optando por escuchar música vallenata, no se sienten que sea música para viejos, les gusta y prefieren tocar acordeón en sus clases de música. “Normalmente cuando hablamos con los padres de los niños, siempre cuentan que sus hijos espontáneamente piden el acordeón sin que ellos se lo sugieran, es como un sentido que se desarrolla, así como el gusto por la comida, los paisajes, etc. La edad promedio son los cinco años, pero eventualmente hay casos de niños de tres años, que no pueden siquiera con el peso del instrumento, pero palmotean, llevan el ritmo”
Lolita me recuerda que la incursión de las mujeres en el vallenato también sigue siendo significativa, si tenemos en cuenta que las parrandas vallenatas eran solo para los varones, la mujer era mal vista, solo se limitaban a atender a los hombres y se ocupaban de la comida. “Hoy vemos niñas que tocan no solamente acordeón sino instrumentos como caja o guacharaca. Recuerdo que cuando Jenny Cabello participó en el Festival de la Leyenda Vallenata era algo muy esporádico, en 40 años de existencia de la categoría de Reyes Infantiles apenas una niña ha resultado ganadora, Hortensia Granado, quien fue la ganadora de la canción inédita, de resto muy pocas niñas han figurado”.
Actualmente Lolita afirma que en Valledupar hay varias academias y cada una más especializada que la otra, con pentagramas, solfeos de música vallenata, etc. “ Yo me propongo crear un teatro en Valledupar, así como los que hay para cuando se presenta la sinfónica, vivo en campaña permanente para que podamos presentar nuestra música y tener nuestra propia alfombra roja, como se ve en los Grammy y aunque lamentablemente la parte folclórica siempre carece de recursos prefieren invertir en los grandes espectáculos internacionales, yo no desisto de mi idea”.
Un niño que toca como los dioses
La Caja de Compensación familiar del Cesar, Comfacesar, tiene un programa para niños desplazados por la violencia que deseen aprender a tocar el acordeón. Hablé con el director, Ernesto Orozco quien me relató que el profesor de estos muchachos es el reconocido Andrés “El Turco Gil”.
“Fundamos este programa hace tres años, y los mejores alumnos son escogidos por el Turco para conformar la agrupación los Niños del Vallenato. En la primera convocatoria pasaron 90 niños pero solo teníamos recursos para 50 niños entonces contamos con la generosidad del Turco Gil quien asumió los costos de los cuarenta niños restantes”.
La mayoría de los niños que están en la escuela de acordeón son de los corregimientos del Cesar y pertenecen a familias desplazadas. Confacesar tiene este curso dentro de una división de programas especiales, una alternativa que propone el gobierno a la manifestada crisis de la educación Colombiana para jóvenes de estratos 1 y 2 en edades entre 7 y 16 años que estén estudiando en una institución educativa con la que haya convenio y donde los estudiantes participan en todas las actividades en cada una de las áreas, en un horario establecido de común acuerdo con la escuela que recibe el beneficio del programa. Las electivas son canto, acordeón, percusión, baile, guitarra, pintura y dibujo.
Cuenta Ernesto Orozco que uno de los niños que se logró beneficiar del programa fue Juan David Atencia un jovencito de nueve años, que llegó con la idea de aprender guacharaca o caja y además tenía la particularidad de ser ciego. Por asares de la vida el Turco Gil descubrió que tenía dotes para el acordeón y a es así como este niño se convirtió en un artista revelación.
Juan David es admirador de Diomedes Díaz y del acordeonero Álvaro López, ingresó a la Academia de Música Vallenata “Turco” Gil a comienzos del año 2008 y en abril de ese mismo año ya estaba listo para participar en el 41º Festival de la Leyenda Vallenata cosechando la admiración y grandes aplausos del público, desde entonces comenzó su fama. La prensa tituló: “Juan David Atencia: Un niño invidente que toca acordeón como los dioses”.
Orozco me confirma que Andrés El l turco Gil tiene una varita mágica para escoger bien a sus pupilos acordeoneros, de los cuales muchos son Reyes Vallenatos, como es el caso de Sergio Luis Rodríguez, acordeonero de Peter Manjares; quien logró el galardón en el 2009 y una nominación al Grammy en la categoría de Vallenato/ Cumbia, con tan solo 23 años o Cristian Camilo Peña , uno de los delfines del vallenato, que se coronó Rey vallenato en el 2008 y con solo 17 años de edad se convirtió en el acordeonero del jilguero de América, Jorge Oñate.
Y aunque suene paradójico, la muerte del gran maestro Rafael Escalona en el 2009 dio vida a nuevos semilleros de acordeoneros, es así como Santa Marta será sede del Primer Festival Vallenato Rafael Escalona que se realizará desde el 26 de mayo de este año y será organizado por la Institución Educativa Distrital Liceo Celedón. El rector, Simón José Esmeral Ariza, indicó que este proyecto es como homenaje al maestro Rafael Escalona, debido a que adelantó estudios secundarios en esa institución y hasta sacó la célebre canción ‘El hambre del Liceo’. Mejor dicho, la fiebre del acordeón se pasó a la Y.
Agradecimeintos: Pipe Gnecco, Lolita Acosta, Ernesto Orozco.
Fotos: Pipe Gnecco, Juglares Vallenatos.
Videos de Pipe Gnecco, Orlando Cabrera y Juan David Atancia
La Promesa, mi más reciente libro
¡Bienvenidos a todos los amantes de la literatura y a los nuevos lectores que est&aa…