Roberto Nicora:  Un viajero genuino en la era digital

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La auténtica historia de, un viajero italiano que explora países poco conocidos con curiosidad, coraje y respeto.

«A un país se le quiere, aunque solo sea por el gusto de marcharse.»

— Cesare Pavese, *La luna y las hogueras*

Todo parece sugerir que la reflexión del poeta y escritor Cesare Pavese —«A un país se le quiere, aunque solo sea por el gusto de marcharse»— acompaña constantemente el relato de Roberto Nicora, un viajero italiano, contador de 46 años, que ha creado una forma muy personal de observar y comprender el mundo, eligiendo siempre rutas poco transitadas. De Italia se embarca a conocer sitios recónditos en Turquía, Vietnam, Camboya, India,  Uzbekistán, Kazajistán, Tayikistán, Tanzania, Filipinas, Armenia y Arabia Saudita, sus huellas han marcado una geografía íntima, donde cada viaje se convierte en un descubrimiento, una emoción, una sorpresa.

Después de recorrer muchos países, Roberto descubrió que las emociones más auténticas nacen del deseo sincero de explorar, y lo explica así: «cuanto más altas son las expectativas, más crece a veces la decepción: sobre todo en los lugares ya trajinados por el turismo, donde la originalidad, la pureza de los entornos y de las personas corren el riesgo de desaparecer».

Curiosamente, siempre lleva en la maleta una camiseta que le regaló su padre Giancarlo, un recuerdo querido que recibió antes de que él falleciera. Roberto conserva esta prenda con especial afecto: en ella aparece un sombrero alpino. Según él, este era uno de los elementos distintivos de los Alpinos en el uniforme del Ejército Italiano: unidades de infantería ligera especializadas en guerra de montaña.

Ese pequeño souvenir, que parece contener coraje y memoria, despierta su espíritu aventurero, aunque a veces deba ceder ante su responsabilidad paternal, pues sabe que en casa lo espera su hermosa hija Sofía, de apenas ocho años. Quizás por esto Roberto narra con un brillo especial en la mirada su último viaje a Transnistria.

Conocida como “el país que no existe”, es una región separatista situada al este de Moldavia, a lo largo del río Dniéster, en la frontera con Ucrania. Oficialmente, para la comunidad internacional es territorio moldavo, pero desde 1990 se autoproclamó república independiente (no reconocida), con gobierno, policía y ejército propios. Sin rodeos me dice: «quería ir a Ucrania, pero el viernes por la noche se escucharon bombas y no fuimos».

Para quienes deseen copiar su estilo de viajar, Roberto tiene algunos consejos para compartir: «no piensen, no juzguen, escuchen siempre a la gente y no tengan miedo de preguntar». Entre los países visitados recientemente, afirma que Arabia Saudita le dejó una impresión especialmente profunda. Porque estuvo vetada toda la vida y solo desde hace cinco años las autoridades permitieron el ingreso de turistas para visitarla y descubrirla. Con sinceridad añade: «las personas son genuinas y quieren darse a conocer. Además, son hospitalarias y tienen su propia cultura».

Roberto es partidario del solo trip, por eso prefiere viajar solo o con amigos de confianza, organizar antes el itinerario y no perder tiempo en excursiones. Sin embargo, hay situaciones que lo sorprenden, lugares que lo conmueven o que lo han transformado interiormente, como el viaje a Kenia y Tanzania. Con nostalgia confiesa: «es el único viaje en el que he llorado. Me produjo emociones intensas. Visitar sus aldeas, ver a la gente que por la mañana se levantaba y andaba 20 km en bicicleta para recoger el agua con bidones, compartir esos bailes alrededor del fuego y sentir toda la armonía que emana esa tierra fue maravilloso».

La lección africana: Hakuna Matata

Cuando le pregunto si ha tenido algún encuentro inesperado o una experiencia capaz de hacerle ver el mundo de otra manera, me responde sin dudar: «África y su Hakuna Matata cambiaron mi forma de pensar; los problemas en la vida son pocos, no es necesario que los inventemos». Esta frase que para nosotros es famosa por la película El Rey León, en suajili significa “ningún problema, ninguna preocupación”. expresa una filosofía de vida ligera y espontánea.

Roberto no olvida esa experiencia, sobre todo porque en ese periodo de su vida, Carla, su madre batallaba contra un tumor, entonces aprendió a no estresarse por aquello que no se puede controlar, como las enfermedades, por eso remata diciendo:  «No te preocupes por lo que no llega hoy, llegará mañana…».

Aunque Nicora busca cada vez más lugares nunca visitados, antes de embarcarse en su nueva aventura lee, se informa y elige el destino teniendo en cuenta su estado de ánimo. Cuando se trata de viajar a lugares marcados por eventos dolorosos, como el genocidio armenio, reconoce: «trato de partir preparado, dejarme guiar y hacerme una idea propia… aunque es muy difícil. Las guerras tienen fines económicos e intereses de unos pocos y quienes sufren las consecuencias por defender sus derechos nunca son tenidos en cuenta».

Una de las lecciones más grandes aprendidas en el camino para Roberto ha sido: «Vive y deja vivir, todos tienen una historia que contar». Las religiones, explica, reflejan lo que imaginamos: tanto historia como verdad. Y volviendo al tema de los países en guerra, insiste: «la historia la hace el hombre: él es responsable de sus actos, él hace la historia. Donde hay una guerra, hay intereses, sobre todo económicos».

En una época en la que muchos influencers venden itinerarios y publican cada paso en las plataformas digitales, arriesgando incluso la vida por una foto espectacular, este trotamundos italiano realmente marca la diferencia, porque —como él mismo proclama— «No tengo redes sociales. No me gusta ver lo que hacen los demás ni dejarme condicionar por lo que piensan o publican… si algo me interesa, me informo y listo».

Definitivamente, su mensaje es una invitación a que realicemos viajes con más consciencia, lejos de los circuitos turísticos, un relato que enriquece a quienes buscan experiencias auténticas y desean conocer el mundo a través de los ojos de un verdadero viajero italiano.

NG

Natalia Gnecco Arregocés es una periodista y comunicadora social colombiana graduada de la Universidad de La Sabana. Posee experiencia en escritura periodística, investigación, relaciones públicas y comunicación. En 2009 fundó el Festival LatinArte en Montreal y fue nombrada una de las siete personalidades del año. También es autora de la novela "La promesa" y “Son mis huellas y hay camino”. Habla con fluidez inglés, francés e italiano.

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