Timochenko: la batalla es ahora en las urnas
@NataliaGnecco
Colombia está en guerra por cuenta de la paz. El anuncio de la candidatura de Rodrigo Londoño, Timochenko, a la Presidencia de la República, con Imelda Daza como fórmula vicepresidencial de la Unión Patriótica desató tremendo revolcón en todo el país, a tal punto que los mensajes, videos, memes no cesan de circular, en medio de una gran polarización, señalamientos, amenazas constantes sobre el “error” que estamos ad portas de cometer todos los electores colombianos, (sin excepción) y el peligro de convertirnos en otra Venezuela.
Pues bien, la candidatura de Timochenko en medio de esta guerra de información- desinformación y del limbo jurídico de la ley que reglamenta la justicia para los actores del conflicto armado, conocida como Jurisdicción Especial de Paz (JEP), tiene dos repercusiones, a mi juicio interesantes. Por un lado, que el rechazo generalizado de su aspiración política, logre ponerle fin al abstencionismo como patrón político que reina en Colombia desde 1958, no olvidemos los resultados de las pasadas elecciones: de 32,7 millones de personas llamadas a ejercer su derecho al voto, únicamente 14,3 millones fueron a las urnas. ¿Podrá entonces ese 58,9% de colombianos que desatendió su deber como ciudadanos ayudar a derrotar al candidato de las Farc?
Por otra parte, Londoño saltó a la arena política para sorpresa de pocos y aspavientos de muchos, pero hizo que los partidos políticos se pellizcaran porque internamente están despelotados. Hay proliferación de pre candidatos en el Centro Democrático, Partido de la U, Partido Liberal, Partido Conservador, Partido Cambio Radical, Partido Verde, sin mencionar a Petro y compañía; ni la invasión de inscripción por firmas en las calles del país, de los famosos “independientes”. ¿El denominador común? Todos enmarañados con su propio ego, acusándose mutuamente de corrupción o deslealtad; peleándose por las consultas, agarrándose con los directores de su misma colectividad; trinando como locos y retractándose sin cesar, etc, etc. ¿Dónde están los líderes intachables que requiere el debate electoral de 2018? Más vale que aparezcan pronto, con propuestas viables, con menos gritería y sin escándalos que entorpezcan la democracia.
Lo más preocupante es ver cómo los argumentos se limitan al forcejeo acalorado en las redes sociales, las cuales no aportan lo suficiente para analizar un hecho sin precedentes como es la candidatura del ex guerrillero. Toda esa violencia verbal, los cuestionamientos a quienes votaron sí por el Acuerdo de Paz, (como si fueran los coequiperos en la campaña de Timochenko), la proliferación de videos de contenido político viralizados ya sea por la derecha o la izquierda, no resuelven nada. Lo único real es que la batalla de las Farc pasó del monte a las urnas y sino no queremos ser gobernados por su candidato, no hay otro remedio que salir a votar.
Los pro y los contra
Escuchar a quienes defienden o rechazan esta candidatura es un ejercicio sano, para afianzarnos en nuestra propia postura y no quedar al vaivén de las redes, ni repetir como loros lo que dicen los demás. Para hablar un poco sobre el asunto invité a Joel Guerra Castañeda, docente de la facultad de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, estudiante de doctorado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y a *Javier Collins, quien trabajó por muchos años en Colombia con el gobierno norteamericano, en temas de seguridad relacionados con las Farc.
Guerra Castañeda sigue de cerca el acontecer de Colombia desde hace diez años y se define como “colombianista”, término que según él utilizan quienes están enamorados de la fortaleza y valentía del pueblo colombiano. Con aplomo el docente mexicano explica: “ considero que la aspiración de Rodrigo Londoño a la Presidencia de la República de Colombia es una candidatura esperanzadora, en el sentido en que permite seguir aunando esfuerzos para la construcción de la paz, porque incluye a un grupo político que está transitando a la vida pacífica, luego de sostener la lucha armada durante varias décadas. Evidentemente, eso implica una gran oportunidad para ampliar el espectro político de Colombia, para que esos sectores que históricamente han señalado al sistema político como excluyente, que no tienen o no han tenido la oportunidad de participar, lo puedan hacer de manera consensada con la sociedad colombiana, por la vía de una candidatura y puedan expresar sus ideas políticas de esa manera”.
Asimismo, el profesor mexicano cree que es un reto esta pretensión, pues ciertamente existen sectores en Colombia que no ven bien la candidatura de Timochenko, ni a otros miembros del nuevo partido político e insiste: “ es un desafío porque a partir de esto se puede generar mayor sensibilidad en la población, respecto a que todos los ciudadanos colombianos deben tener estos derechos políticos. Si personajes como Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Rodrigo Londoño pueden tener esta oportunidad de representar sus ideas ante el Congreso de la República o desempeñarse en algún cargo público, es un reto, porque implica la sensibilización de ese sector de la sociedad colombiana, que de entrada piensa que es válido cancelar los derechos políticos de algunas personas, por supuesto, esto sin menoscabo de las responsabilidades penales que eventualmente tengan.”
Guerra Castañeda concluye: “creo que esta aspiración implica una gran posibilidad de concretar la paz en los territorios de Colombia, que siguen siendo regiones complicadas en donde hay dificultades para concretar la paz, ya sea por personajes que la obstruyen, o por el aumento del asesinato de líderes sociales y las violaciones a los derechos humanos. La candidatura puede servir para visibilizar esa realidad y concertar con la sociedad colombiana la paz en esos territorios”.
Desde Atlanta, Estados Unidos, *Javier Collins prefiere primero resaltar que típicamente en cualquier guerra civil hay un ganador y un perdedor, de lo contrario, el conflicto sigue sin tener un resultado para la humanidad, para ello menciona el caso del enfrentamiento entre la India y Pakistán, dos potencias nucleares eternamente contrapuestas, cuya disputa se centra desde hace 70 años en la región de Cachemira, situación que se mantienen en el limbo.
Pero si hablamos de un resultado fruto de una guerra civil, Collins se remonta de inmediato a la historia de su país, por eso comenta: “en la guerra de secesión o guerra civil de Estados Unidos (1861- 1865) ganó el Norte, que abogaba por abolir la esclavitud de los negros y favorecer la industria. Sin embargo, como en Colombia nadie ha ganado o perdido, fue prematuro haberse sentado en una mesa de negociación, como se hizo en La Habana.
En la era Uribe, alguien iba a ganar o a perder, pero como durante el gobierno Santos, no ha habido ni ganadores ni perdedores, las Farc se aprovecharon de esto para exigir todos sus derechos y es un descaro, porque no ha habido reparación ante la justicia. La guerrilla no ha reparado verdaderamente a las víctimas, es como si dijeran olvidemos a todos esos colombianos que matamos, torturamos, secuestramos y enfoquémonos en los derechos que conseguimos a través del Acuerdo de Paz”.
Igualmente, el norteamericano experto en inteligencia, asegura que la guerrilla no cambió las siglas de su nuevo partido político, (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común -Farc). Y con malestar argumenta: “esto indica que no han replanteado nada, su ideología sigue siendo la misma, lo cual nos hace reflexionar sobre sus verdaderas intenciones de su participación política en Colombia, cuando al parecer estarían representando a un sector muy pequeño de la sociedad colombiana que acepta esa misma ideología”.
Collins remata diciendo:” si Timochenko se somete a la justicia, cumple digamos 20 años de prisión, paga su deuda con la sociedad y sale para postularse a la Presidencia de Colombia, lo vería como una persona que cumplió con su deuda ante la Ley, pero aspirar a ser Presidente en estos momentos, solo ayuda a polarizar más el país. Es una falta de respecto con las víctimas porque no ha enfrentado a la justicia, lo cual es fundamental en cualquier democracia”.
¿Votar o no por Timochenko? Es una decisión trascendental en Colombia que lejos de generar odios o pasiones debe concentrase en un plano realista: reglamentar y definir los alcances de la JEP de una vez por todas y mandar al diablo la apatía de los colombianos para ejercer su derecho al sufragio.
*Javier Collins
Fotos: archivos Diario EL TIEMPO- Radio 1040 AM
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