¿Qué tiene Lisboa que enamora?
@NataliaGnecco
Contemplar la inmensidad del río Tajo desde un rascacielos de 145 metros de altura es una experiencia sensacional, por eso son tan agradables las terrazas del Myriad Hotel, desde allí, los destellos de las tranquilas aguas del río reflejan la figura imponente del Puente Vasco da Gama, el más largo de Europa encargado de unir el norte y el sur de Portugal.
El Myriad inaugurado desde el 2012 es una pieza arquitectónica con destellos futuristas que se distingue por ser el edificio más alto de Lisboa con 186 increíbles habitaciones, spa, piscina interior, sauna, gimnasio, un bar, dos restaurantes con mirador incluido, salones para eventos y banquetes. Para completar el placer con el trabajo, un puente colgante conduce a los huéspedes del hotel al centro de congresos Myriad Cristal Center.
Sin lugar a dudas, estos 21 pisos de modernidad le dan un aire muy sofisticado Lisboa, por un momento olvidamos que esta ciudad posee una memoria de tres mil años, que incluso supera a Roma en edad. Cada plaza, iglesia o monumento están llenos de leyendas fascinantes, pues cuentan que Lisboa fue fundada por el héroe griego Ulises, quien al regresar de la Guerra de Troya la bautizó como Ulissipo u Olissipo, que significa “Puerto Encantado”. Desde fenicios, celtas y romanos, pasando por los árabes e incluso españoles codiciaron tener su dominio, por eso recorrerla es como descubrir un tesoro escondido.
Un pasado imborrable
La Plaza de Toros de Campo Pequeno, un edificio monumental, con muchas tiendas y restaurantes es un buen punto de partida para tomar el bus de turismo e ir en búsqueda de ese pasado del Puerto Encantado. A través de los audífonos las historias van aflorando, como por ejemplo, en el siglo II los Romanos bautizaron a Lisboa como Felicitas Julia y recuperó su nombre cuando fue tomada por los moros en el siglo VIII. Los moros resistieron durante tres siglos los ataques de las cruzadas cristianas, pero perdieron la ciudad en la primera mitad del siglo XII. Es así como desde 1252, Lisboa se convirtió en la capital de Portugal.
Durante la época del descubrimiento, del siglo XV al siglo XVIII, fue el punto de partida principal de las expediciones de descubrimiento portuguesas. Los exploradores zarparon de esta ciudad al mundo entero, descubriendo nuevas tierras en Suramérica, África, e incluso una nueva ruta a la India. Esto convirtió al Puerto Encantado en el centro comercial más próspero de Europa.
Sin embargo, esta prosperidad terminó en 1755, cuando un devastador terremoto seguido de un tsunami destruyó más de la mitad de los edificios de la capital y se acabó el reinado del Puerto Encantado sobre los océanos. Lisboa fue reconstruida sobre sus cenizas por el Marqués de Pombal, Sebastián José de Carvalho e Melo, con calles más amplias, una ciudad acondicionada para un mundo moderno.
Como si esto fuera poco, en el siglo XIX Lisboa fue capturada por Napoleón Bonaparte, la mayoría de sus tesoros y edificios fueron saqueados, robados o simplemente destruidos. Pero sobrevivió y comenzó a extenderse hacia el norte, debido al desarrollo industrial. A principios del siglo XX, después del regicidio de Carlos I de Portugal (el rey fue asesinado en Lisboa en 1908), la ciudad fue el punto de partida del golpe republicano de 1910, que estableció Portugal como una república democrática.
Cuentan que durante la Segunda Guerra Mundial, Portugal se mantuvo neutral y Lisboa fue la puerta central hacia América, desde 1927 hasta 1974, durante el régimen del Estado Novo, luego se expandió y fue la ciudad donde se inició un segundo golpe, la Revolución de los Claveles, golpe que puso fin al régimen del Estado Novo e instaló la democracia.
300 días de sol
Además de su apasionante historia, nada enamora más de Lisboa que su clima, eso asegura Jaime Beltran, colombiano, operador turístico, quien lleva quince años en la capital portuguesa y gracias a su empresa Portuiberica está en contacto con turistas de todos los rincones del planeta, con entusiasmo agrega: “cada día descubres una iglesia, un museo, o un palacete, esto sin mencionar que la gastronomía descresta al más exigente de los paladares.”
Jaime no se equivoca, comer un “Bacalhau com natas” es una delicia, al igual que probar las tradicionales sardinas, el cochinillo, el salmón, la Feijoada, (versión portuguesa) las almejas y rematar con los tradicionales pastelitos de Belém. Definitivamente hay nuevos sabores para descubrir.
Y mientras la gastronomía envuelve cada rincón de la ciudad, la historia no da tregua, el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, donde se encuentra la tumba de Vasco de Gama, son lugares obligados para visitar. La Torre de Belém, situada en la desembocadura del Tajo, sirvió inicialmente como fortificación para proteger Lisboa, luego quedó relegada a faro y centro aduanero.
Otro lugar encantador es el Castillo de San Jorge localizado en la colina más alta de Lisboa, uno de los monumentos con más historia de la ciudad, símbolo de la conquista de los cristianos a los moros, allí se puede ver al famoso pavo real caminando entre los turistas o trepado en los árboles. En medio del recorrido un detalle romántico: “ Wine with a view” un carrito ambulante que vende vino para quienes deseen disfrutar los miradores del castillo.
Los contrastes de Lisboa son fascinantes, de esta antigua edificación se puede ir a la Plaza del Comercio que durante décadas fue para el comercio marítimo, ahora está rodeada por restaurantes con terrazas al aire libre, al igual que la Plaza del Rossio, que es la más rumbera de la ciudad, con bares y restaurantes. Y como complemento, hay que visitar la Plaza del Marqués de Pombal, abre bocas de la nueva Lisboa, situada junto al Parque Eduardo VII.
Para quienes deseen disfrutar más la vida nocturna, Bairro Alto es la clave, por su variedad de clubes y bares que atienden a todos los géneros musicales: punk, metal, Goth, Hip Hop y Reggae, restaurantes típicos portugueses e incluso casas de Fado, la música típica portuguesa, bastante nostálgica, por cierto, pero como dice Jaime todo tiene su tradición, pues las mujeres despedían a los antiguos navegantes a las orillas del rio Tejo cantando puitas llenas de soledad, tristeza, angustia y melancolía.
Del tranvía al fútbol
Los atractivos de Lisboa son muchos, pero vale la pena resaltar la visita a la Santa María Maior, la catedral más importante conocida como “Sé de Lisboa”, el Oceanário porque es el segundo acuario más grande de Europa, con más de 15.000 especies de animales y el Museo do Azulejo, que son esas maravillosas cerámicas que vemos en las fachadas de las casas. Jaime explica: “en el siglo XVIII la cerámica invadió iglesias, conventos, palacios, casas, jardines y fuentes, convirtiéndose en la decoración portuguesa por excelencia. Por eso ir al Museo Nacional del Azulejo, es descubrir toda su historia, evolución y técnica desde la Edad Media hasta nuestros días”.
El tema del transporte público en Lisboa es de admirar hay metro, autobuses, tranvías, es rápido, cómodo, bien señalizado y con precios razonables. El tranvía es genial para recorrer el centro histórico, mientras que la estación de autobuses llamada Estacao Do Oriente, se reserva para trayectos más largos, inaugurada en 1998 para Expo Lisboa, el complejo es moderno, tiene tiendas e incluye una estación de metro y otra ferroviaria.
Turista que se respete no se puede ir de Lisboa sin probar el vino verde, el cual es catalogado por los expertos por ser un licor fresco, joven con bajo contenido de alcohol, ligeramente ácido, espumoso, recomendado para los meses de verano y perfecto para acompañar la comida de mar. Este vino se cultiva desde la época romana, en la Costa Verde portuguesa y se suma a la variedad de vinos que se fabrican en Lisboa, a precios muy cómodos, pues por solo 7 euros se puede comprar una botella de gran calidad, en cualquier restaurante .
Pero detrás de todas estas maravillas siempre está la calidad humana. Por eso coincido con Jaime al afirmar que los portugueses son muy cálidos con los turistas, amables y comprensivos con el “portognol” que algunos nos atrevemos hablar, por lo que el guía colombiano complementa: “aquí la gente es muy tolerante con los turistas, con los inmigrantes, de hecho habitantes de las antiguas colonias portuguesas como Angola, Guinea, Cabo Verde entran y salen de Lisboa para ir a estudiar a Coimbra (donde está la segunda universidad más antigua de Europa) o en Porto ( famosa por su producción de vinos) y no hay distinción, ni discriminación contra ellos, ni con los demás residentes o estudiantes.
Por último, Jaime señala que el tema del fútbol también atrae a muchos extranjeros, por eso remata diciendo: “todos pasan de alguna manera por Lisboa porque vienen a Portugal en búsqueda de una oportunidad para entrar a las grandes ligas europeas, sin ir muy lejos Falcao, (Porto); James, (Porto) Teo Gutiérrez (Sporting) todos lo han usado como trampolín”.Solo resta decir que Lisboa tiene grandes semilleros de futbolistas y que mejor inspiración que Cristiano Ronaldo.
Fotos: Archivos Jaime Beltran- NG- Guías Viajar- Esnmurcia.es- Miryad Hotel-
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