Sudán: una guerra interminable

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Desde abril de 2023, Sudán enfrenta una guerra devastadora entre el ejército regular (SAF) y las fuerzas paramilitares RSF. Más de 12 millones de personas han sido desplazadas y la situación humanitaria se deteriora cada día. Esta semana, la atención internacional volvió a fijarse en El Fasher, en Darfur, tras la captura de la ciudad por parte de las RSF después de un asedio de 18 meses. Las denuncias de la ONU describen un panorama aterrador: ejecuciones, violaciones en grupo, secuestros y ataques indiscriminados contra la población civil. Las atrocidades han reavivado la pregunta sobre el papel que puede asumir la comunidad internacional y si el país se encamina hacia una partición definitiva.

Una mirada desde Colombia
En la prensa colombiana, el conflicto sudanés pocas veces ocupa los titulares. Frente a ese vacío informativo, la internacionalista Margarita Cadavid, experta en Derechos Humanos y sistemas internacionales de protección, ha difundido la conferencia “¿Qué está pasando en Sudán?”, donde ofrece una explicación clara y documentada sobre las raíces históricas y políticas que han llevado al país a la actual crisis. Su análisis parte de la geografía e historia de Sudán, antigua Nubia, una región marcada por la aridez, el predominio del río Nilo y la influencia del Sahel. Estos elementos físicos y culturales han moldeado su estructura social, su economía y su relación con vecinos como Egipto, cuya arabización e islamización influyeron profundamente en la identidad sudanesa.

La independencia de 1956 dejó a Sudán como uno de los territorios más extensos y complejos de África, con un mosaico de etnias, lenguas y tradiciones. Dos regiones destacaban por sus tensiones internas: Darfur y el sur, este último camino a convertirse décadas después en la República de Sudán del Sur. Tras una primera guerra civil, el acuerdo de 1972 otorgó autonomía al sur, pero el descubrimiento de petróleo avivó las tensiones y desencadenó un nuevo conflicto en 1983. En 1989, Omar al Bashir tomó el poder mediante un golpe de Estado y consolidó un régimen autoritario cuyo legado aún pesa sobre el país. La Corte Penal Internacional mantiene órdenes de captura contra él por crímenes de guerra y genocidio cometidos especialmente en Darfur.

A pesar de los avances hacia la paz a principios de los años 2000, la muerte del líder sureño John Garang debilitó el frágil equilibrio logrado con el Acuerdo Integral de Paz. En 2011, el referéndum que dio origen a Sudán del Sur abrió una nueva etapa marcada por las tensiones económicas: el petróleo quedó en el sur, pero los oleoductos y acceso al mar permanecieron en el norte. La separación agravó las disputas internas y dejó a Sudán en un estado de vulnerabilidad que la llamada “primavera sudanesa” de 2019 no logró revertir.

El origen de la guerra actual
Tras la caída de Al Bashir, el país quedó en manos de una coalición inestable entre el ejército y las milicias RSF. Esta alianza terminó por romperse en abril de 2023, cuando surgieron disputas sobre la integración de las RSF al ejército como parte de una transición hacia un gobierno civil. La rivalidad entre Abdel Fattah al-Burhan, jefe de las fuerzas armadas, y Mohamed Hamdan Dagalo, “Hemedti”, líder de las RSF, estalló en un conflicto abierto que hoy desangra al país. Las RSF, enriquecidas gracias al control de minas de oro y a sus vínculos con el Grupo Wagner, han extendido su poder militar y territorial, especialmente en Darfur, donde se documentan masacres y desplazamientos masivos.

La violencia no se limita al campo de batalla. Regiones como North Kordofan, Darfur y South Kordofan viven una crisis alimentaria severa, con zonas en riesgo de hambruna. Port Sudan, esencial para la ayuda humanitaria, también ha sufrido ataques, lo que complica aún más la entrada de suministros. Las organizaciones internacionales describen un escenario “catastrófico”, donde la población civil sufre violencia sexual, ejecuciones, saqueos y la destrucción de servicios básicos. Para Cadavid, se trata de “un genocidio silencioso”.

Una guerra marcada por intereses geopolíticos
El conflicto sudanés no solo enfrenta a dos líderes armados: es también un tablero donde se disputan intereses regionales y globales. Egipto respalda al ejército sudanés, preocupado por el control del Nilo frente a Etiopía. Rusia, mediante el antes llamado Grupo Wagner —hoy reorganizado como African Corps—, apoya a las RSF a cambio de concesiones mineras y acceso estratégico al mar Rojo. Emiratos Árabes Unidos se ha convertido en otro aliado clave de los paramilitares, mientras que Turquía intenta asumir un rol mediador aunque también protege sus propios intereses en la zona.

Esta red de alianzas externas ha profundizado el conflicto y ha dificultado cualquier intento de negociación. La ausencia de corredores humanitarios y la resistencia de ambas partes a permitir ayuda internacional agravan el sufrimiento de la población civil y alargan la guerra.

¿Qué necesita Sudán?
Según Cadavid, el país requiere con urgencia un alto al fuego que permita el ingreso de ayuda humanitaria, así como mecanismos de justicia internacional que puedan garantizar rendición de cuentas por los crímenes cometidos. Solo con estas condiciones podría iniciarse un proceso real de reconstrucción, restauración del orden institucional y protección de los derechos humanos en una nación profundamente herida.

Conferencias conflictos internacionales.
Margarita Cadavid: margaritacadavid@gmail.com

Foto: Malka, a displaced mother, carries her 1-year-old daughter Sahar who is suffering severe acute malnutrition outside of her house in Elhoury gathering point for internally displaced persons in Gedaref state. November 2024. Photo: UNICEF/UNI689368/Ahmed Mohamdeen Elfatih.

 

 

NG

Natalia Gnecco Arregocés es una periodista y comunicadora social colombiana graduada de la Universidad de La Sabana. Posee experiencia en escritura periodística, investigación, relaciones públicas y comunicación. En 2009 fundó el Festival LatinArte en Montreal y fue nombrada una de las siete personalidades del año. También es autora de la novela "La promesa" y “Son mis huellas y hay camino”. Habla con fluidez inglés, francés e italiano.

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